Leyendas de Alâren

1º Prefacio


Esa noche no era una buena noche para salir, era oscura y caía una lluvia torrencia.
Esto no era raro en Ciudad del fuego, pero esa era una noche realmente desagradable. Pero aún así, dos personas recorrian sus calles, saltando de tejado en tejado.
Se cubrían con dos capas negras que les tapaban todo el cuerpo y una capucha que ocultaba sus rostros. Las capas tenían una luna roja, que indicaba su rango en el Grán ejército de La Garra.
Uno de ellos se detuvo y sacó un pequeño aparato negro con una pantallita que reflejaba el oscuro cielo.
El hombre se bajó la capucha y dejó ver un largo pelo rubio y unos ojos verde esmeralda. Su compañero se detuvo a su lado y le miró fijamente con unos ojos azules como el hielo. Al ver que no se movía exclamó:

-Vamos Jack, si no te mueves vamos a llegar tarde, y eso no va a ser nada bueno para nuestra reputación.

El aludido le miró burlón y dijo con una risita:

-Por favor Rauk, no te pongas pesado, seguro ke el Akrénimo lo entenderá.

Rauk se quitó la capucha y dejó ver una piel blanca y un negro cabello como la oscura noche.
A su vez sacó otro aparato idéntico al de su compañero y después de pulsar un botón y echar una ojeada a la pantalla lo guardó de nuevo.

-Vamos-dijo Rauk

Al ver ke se iba Jack le siguió a toda prisa hasta un pequeño bar de el barrio bajo.

Cuando entraron vieros una mesa repleta de encapuchados con túnica negra pero aún quedaban 3 sillas libres, dos en el lateral, y una en la cabecera.

Se sentaron el las de el lateral y esperaron.
Al ver que el último ocupante no aparecía, Rauk se inclinó hacia su derecha y le preguntó a la persona que tenía al lado:

-¿Dónde está el Akrénimo? El nunca llega tarde.

Le respoondió una dulce y cantarina voz femenina:

-No tenemos ni idea, pero no creemos k tarde mucho ma...

Pero fué interrumpida por la repentina aparición de una figura en la silla a la cabeza de la mesa.
Vestía una capa negra, como los demás, pero no había ninguna medialuna roja y su cara la cubría una máscara dorada.

-Buenas noches caballeros-saludó

Todos hicieron una respetuosa inclinación de cabeza demosrtrando la superioridad del recién llegado.

-Bueno, ahora que nos hemos saludado, pasemos al trabajo-sacó un maletín negro, quien sabe de donde y lo abrió,sacando unos papele que repartió a todos

-Verán, esta será una misión de rango SS.

Toda la mesa estalló en murmullos de sorpresa


-¿Has dicho SS, excelencia?-preguntó un hombre con una larga cabellera blanca y unos hombros enormes.

-Exacto, Leónidas, SS.

-Pero hace 7 años que no había una-exclamó otro caballero de castaños cabellos, que portaba dos gladios, al estilo imperio antigüo-¿Acaso hay alguien que merezca la atenció do los 9 grandes de Cecima?

El Akrénimo se giró hacia él y explicó:

-Pero verás Craso, aún quedan muchos seres poderosos en Alâren que debemos erradicar, y sí es muy importante. Veréis, tengo pensado en enviar a tres de vsotros.

De nuevo los susurros atestaron la sala. La última vez que se requiso el mando de tres de los 9, Alâren perdió una cadena montañosa.

-Bueno señores ¿Tienen alguna idea de a quién tego que mandar?

Todos levantaron la mano a excepción de un encapuchado enorme y de Rauk, Jack y la mujer que había con la que había conversado Rauk.

El Akrénimo ignoró a los solicitantes y se fijó en los que no habían levantado la mano.

-Me decepcionas Rauk, esperaba ke fueras el primero en levantar la mano.

-Mi señor, siento ke piense eso, pero, creí que o hacía falta que me ofreciera, pues todos sabemos ya quienes van a ir-estas últimas palabras las dijo mirando a Jack y a la mujer.

Tras esta afirmación el Akrénimo estalló en carcajadas y tardó un poco en recuperarse.

-Está bien-dijo al fin- Iréis Jack, Beatriz y Rauk, pero os acompañarán Craso y Yogosûn(el hombre alto).

Toda la sala se quedó en silencio, no 3 si no 5 de los 9. No había habido precedentes a aquello.
¿Qué está tramando? Se prguntó Rauk

-Señores, pueden retirarse los 4 sobrantes.

En un incómodo silencio, los 4 que no habían sido seleccionados se fueron del bar.
Cuando solo quedaron los integrantes de la misión el akrénimo empezó a explicar la misión.

-Vais a secuestrar a la princesa de Rolars, Isabella Van Rolars; además de ser la futura reina, es muy probable que también sea candidata al trono imperial, y eso la hace un blanco importante.

Nadie dijo nada, uno de ellos se habría vastado para secuestrar a una princesa.

-Y, en respuesta a lo ke todos os preguntáis, la princesa está ahora mismo en el palacio imperial, el lugar más seguro de todo Alâren en estos tiempos, pero sobre todo no quiero que empeceis una batalla, solo quiero que secuestreis a la princesa y la traigáis de inmediato.

Todos podian entender ahora el porqué de esa misón. Nadie en toda la historia de la garra había conseguido salir con vida del palacio imperial sin ser invitado.

-Lo haremos, milord-Espetó Jack

-Lo sé Jack, lo se.Salís al amanecer con vuestros respectivos equipos.


Una hora después ya estaban todos reunidos en el muelle principal de Ciudad del fuego, apunto de partir hacia una nueva aventura.
-Esta noche hará frío-Informó Yogosûn.
-Umm, ¿Rauk, no querrás que me congele, verdad?-preguntó Beatriz.

Rauk la miró un poco sorprendido por ese comentario
-Supongo que no-respondió.
Beatriz dio un saltito y se colgó del cuello de Rauk.

-Entonces tendrás que dormir conmigo-Exclamó.

-Ya claro... y vas tú y te lo crees-respondió Rauk

-Jack te acompañará gustoso.
Al oir su nombre Jack intervino en la conversación exclamando.

-No te preocupes Beatriz, k yo te haré compañía.
Beatriz se apartó y dijo en broma:

-Si hombre, me voy a dejar yo tocar por ti, pedazo de cerdo.

Ante este comentario Jack se carcajeó y dijo mirando a Rauk:

-Mujeres... no hay kien las entienda.


En eso subieron al barco que les esperaba y se pusieron cada uno en su puesto, Yogosûn en la proa del barco, preparando el poderoso hechizo que les transportaría a Alâren, Craso al timón, Jack a las cartas, para distraer un poco a los demás, y Rauk charlando con Beatriz sobre el plan que había de poner en práctica.


Pasaron un par de horas y Ciudad del fuego se perdió de vista, entonces Yogosûn alzó las manos y exclamó:

-Señor de las tinieblas de las noche, préstame tu poder y permite que traspase las barreras del espacio para llegar a Alâren, el mundo donde reina la magia y los países libres, Numen rozer mater menum.

Tras decir las palabras del hechizo una enorme grieta verde se abrió frente a ellos mostrando la costa de la isla impeial, residencia del emperador, y donde una chica de apenas 17 años estaba a punto de ser secuestrada.