Re: Mansión Mon Charnaisse

Dante Mon Charnaisse Vie Dic 05, 2008 9:27 pm

Dante agitó la mano como para quitar importancia al tema y dió la últimas pinceladas.

Cuando giró el cuadro, Charlotte pudo ver una representación perfecta de si cuerpo con el ceñido vestido sobre la cama a rojo y negro.

Dante dejó el cuadro en el caballete y se levantó y miró sonriente a Charlotte, que elogiaba los trazos y la grán veracidad del cuadro, casi como si una fotografía se tratase, a pesar de estar hecho de unos pocos trazos.

El chico siguió ignorando a Ellen y se acercó a Arlote. Cuando estubo junto a ella, la tomó por la cintura acercándola a él bruscamente y la besó introduciendo la lengua en su boca.

Rozó suavemente la cara interna de la boca de la chica, empapándose de su saliva, para luego sacarla y dar un hondo suspiro.

-Bendito sabor de la ironía

Dante rió sin soltar aún a Arlote...

El gemelo gemía, pero se mantenía erguido, sin mostrar debilidad.

-Seguro que puedes hacerlo mejor-Dijo tomando los cabellos de la mujer y metiendo de lleno todo el miembro entero en su boca...

Chloe Jackson Sáb Dic 06, 2008 1:10 am

Chloe estuvo un rato haciendoselo con la boca al gemelo ese, hasta que el se corrió.
Ella, tragandose todo lo que el havia sacad, se levantó con un brillo divertido en la mirada y se dirigió hacia un sofá que se encontraba en la estáncia, en donde se sentó en el respaldo, cruzando las piernas sensualmente y mirando al chico le dijo:
-¿Porque no te acercas? Asi podré follarte mejor -le guiñó un ojo.

[OFF: Realmente soy mala con los lemons...XD]

Ellen Smith Sáb Dic 06, 2008 1:14 am

Ellen entrecerró los ojos.
Realmente estaba dolida...no soportaba que la gente pasara de ella...cosa que havian echo sus padres casi siempre hasta que ella no tuvo edad suficiente para que comenzaran a pensar en casarla.
Decidió romper su silencio.
-Oye, disculpad -les dijo a la parejita- A mi me da lo mismo que os lieis y todo eso...pero -se giró hacia Dante- ¿podrias abrirme para que me largue a mi casa? Estoy cansada y no veo porque he de quedarme aquí.-frunció el ceño.

Charlotte Sáb Dic 06, 2008 5:47 am

Arlot se sorprendió por el gesto de Dante, y lo miró con una notable mirada de reproche por haberle robado el beso, pero, aprovechando que Ellen no lo había visto, y el comentario de ella, le dijo sonriente.
-Hey, en vez de quejarte, ¿porque no te nos unes en un ménage à trois, encanto?

Dante Mon Charnaisse Sáb Dic 06, 2008 11:42 am

Dante miró inexpresivo a Ellen.

-Por si no te has fijado...Ahí está la puerta-dijo señalando la puerta( que obio señores )la pared se abre a la vez que la puerta, así que has podido salir todo el rato

Luego giró hacia Arlot que le miraba con reproche, pero pronto bambió de opinión para hacerle una picante proposición a Ellen. Y obiamente, a el mismo.

-Ohm, así que es aquí donde deseais perder vuestra pureza, Arlot... por mi está bien

Dante paso un brazo bajo las rodillas de Charlotte y otro por su espalda y la levantó en un instante; para depositarla en la mullida cama.

Miró a Ellen como retándola a acercarse y él tambien se tumbó en la cama mirando a Arlot...

Ellen Smith Sáb Dic 06, 2008 3:42 pm

Ellen se sorprendió ante la proposición de la chica.
No la conocia, pero le caia bastante bien...al menos parecia maja.
Eso si...ni de coña pensaba montarselo con ellos.
Se giró hacia Dante.
-Mira pedazo de idiota -ya havia perdido la paciencia- Yo no me refiero a salir de la habitación...me refiero a salir de la casa...¿o esque crees que no tengo cosas mas importantes que hacer que quedarme aquí contigo y tu novia? Y por si no te havias dado cuenta, la casa está cerrada, asi que dime como coño salir...Luego se giró hacia la chica, cambiando su expresión de cabreo por una cara normal y le dijo:
-Lo siento...en serio quizá otro dia me uniria encantada, pero hoy no estoy de humor...igualmente gracias por no ignorarme.

Helios Sáb Dic 06, 2008 9:30 pm

FDR: Post de cinco paginas de word... a-c-o-j-o-n-a-n-t-e...

Guiado por Jarod, finalmente Helios y la bandada de pájaros de la cual era artífice se plantaron ante la enorme puerta de un edificio de fastuoso aspecto. Que sí, que vale, que estaba mortalmente cortado por lo que acababa de ocurrir. Todo aquello se le estaba atragantando un poco. ¿Cómo le pides ayuda para un crimen a una persona a la que acabas de pseudo-violar en su propia cama?. No obstante, pensó Helios, estaba más que claro que ambos habían disfrutado con ese embarazoso suceso.
Habían dejado escapar una pasión que primero; en Jarod había sido totalmente imprevisible (Bueno... igual no tanto). Y segundo; en Helios, totalmente inesperada e inexperta. Su cuerpo aún vibraba por dentro al recordar ese beso, ese tacto, esos roces salvajes sobre el colchón, lejos de las vistas de todos... salvo... salvo de sus pájaros. Cerró los ojos, avergonzado de nuevo. Aún no sabía como seguían obedeciéndole tras semejante numero.

Intentó centrarse, balanceando los brazos en torno a su cuerpo, desentumeciéndolos.

Era una mansión bastante grande, bien construida, situada en una de las mejores zonas de París, bien (...) decorada... en definitiva, de aspecto recargado en extremo. Es decir, Helios ya solo por eso, despreciaba todo cuanto pudiese haber dentro. No era ya como la casa de Jarod (Pese a que en esos momentos no quisiese pensar en el pintor), que mostraba una fachada más o menos moderna y discreta. Esta era, directamente, hortera, a la cual parecían faltarle unos cartelitos que dijesen: "Aquí combinamos colores In".
El ladrón suspiró, exasperado, mientras agudizaba su oído.
Iba a disfrutar masacrando a aquella gente, que además, parecía estar pasándoselo bomba. A través de su finísimo oído, Helios podía percibir risas desde el interior, y una especie de gemidos y chapoteos raros. Arqueó una ceja grisácea, de pie a pocos metros de la puerta de entrada, confuso. Esperaba oír algún tipo de música, o conversaciones entremezcladas. ¿Qué estarían haciendo ahí dentro?.

En fin, ahora lo averiguaría, por muy poco que le interesase.
Elevó la vista al cielo, donde su bandada de pájaros continuaba flotando en círculos. Helios repasó mentalmente el plan: Destruir protección, entrar, estudiar a los invitados, contabilizar las ganancias rápidamente, intimidar, obtener, y escapar.
Plan B: Destruir protección, entrar, estudiar invitados, contabilizar ganancias, intimidar y recibir una amenaza o ser increpado por alguno de los invitados. Es decir, negativa. En ese caso, fácil: Asesinar. Una vez hecho esto, Helios tendría que trazar la mejor alternativa, escapar con el dinero e intentar burlar a la policía que pudiese ser llamada por los vecinos al escuchar gritos, o quedarse a pelear con ella.
En otras circunstancias la elección de Helios habría sido sencilla: Muerte, muerte y más muerte. No por diversión, ni por justicia, si no, solo, para hacerlo todo más sencillo (¿A quien le gusta complicarse?). Sin embargo, ahora tenía a alguien a su lado, trabajando codo con codo.
Desvió su mirada hacia Jarod, todo lo discretamente que pudo, jurándose a sí mismo que no le pondría en peligro. No sabía porqué, ni quería pararse a pensarlo ahora, así que simplemente se auto-convenció a sí mismo de que era... mero agradecimiento por prestarle su ayuda.

Era hora de comenzar con el plan. Mejor cuanto antes. Se llevó ambos dedos a los labios, profiriendo otro silbido regente. Las aves obedecieron a los directos movimientos de brazos del artista, desmontando la bandada y posándose en el tejado de la mansión todas a una. En menos de cinco o seis segundos, la superficie del edificio estaba totalmente poblada por miles de aves de todas las tonalidades, formas y colores posibles.

-Quédate aquí -ordenó, y empezó a caminar en dirección a la puerta.

Se movía con extrema elegancia, como un director de orquesta dirigiéndose a su palco, dispuesto a ligar las más hermosas notas en una melodía caótica e inolvidable. Una vez estuvo a dos metros del portón de entrada, Helios se impulsó, saltando hasta engancharse en el marco de piedra. Una vez allí, elevó la parte inferior de su cuerpo en un contorsionista y fluido movimiento, hasta enganchar sus botas en una ventana cercana.
Torció su cintura, enderezándose y apoyándose en la cornisa. Lo que vio fue bastante sorpresivo para el ladrón.
Ante él tenía una ventana de cristal, simple y sencilla, pero tras este, una enorme placa de acero impedía tanto la visión, como el acceso al interior de la mansión. Qué interesante. ¿Ya sabían que Helios se había auto-invitado? ¡Qué gente tan inteligente! Protegerse era una buena forma de demostrar que se sabían en peligro.

Giró la cabeza hacia Jarod, sobre el césped del palacete, enviándole una significativa mirada. Precisaba de la mayor compenetración y apoyo del pintor para poder llevar a cabo el plan que tenía en mente.

-Jarod -llamó quedamente en un susurro asemejado al viento, acordándose de que él aún no se había presentado y que por lo tanto, no sabía su nombre-. Están bloqueadas, pero es posible que en el tejado haya algún tragaluz. Cuando veas que la puerta -hizo un gesto hacia el portón-. salta en pedazos, entra. Tráete el saco -entornó con su único ojo fachada arriba, dispuesto a escalar hacia el tejado en el que su ejército aguardaba-. Y no tengas miedo, ellos te protegerán en todo momento -murmuró, sin saber a cuento de qué. Si la seguridad de Jarod tampoco le importaba demasiado, en realidad.

Volvió a tomar impulso, pirueteando de cornisa en cornisa, ascendiendo por la fachada como una araña hasta que, finalmente y de un solo salto, aterrizó con sus pies en el tejado. Sonrió pícaramente, orgulloso de sus capacidades físicas, mientras se enderezaba y se reunía con sus hermanos. Era impresionante a vista de cualquiera; el tejado estaba totalmente conquistado por las aves, que aleteaban y piaban ansiosas por entrar en la batalle.
Helios caminó suavemente, en soledad, alzando los brazos como Cristo recibiendo a sus discípulos en busca del ventanal que había deducido momentos antes. Paseó durante unos segundos por la azotea, con los brazos tras la espalda cruzados en una erudita pose, hasta que allí, a lo lejos, encontró lo que buscaba.

Custodiada por algunas de las rapaces que poblaban el tejado, se hallaba una gran placa de cristal circular que conectaba el cielo con el interior de la mansión. Arqueando las cejas, agradeciendo al Sol tal suerte, se acercó, posando los pies sobre el vidrio y evaluando la sala que se hallaba bajo aquella bóveda. No tenía miedo de que el cristal quebrase, ya que Helios pesaba poco, muy poco, era casi etéreo. De ahí que pudiese maniobrar tan bien en combate con sus extremidades. Era similar a una danza.

Entrecerró su ojo, enfocando con su retina genéticamente mejorada el salón que se adivinaba bajo la ventana. Todo se veía, nunca mejor dicho, a vista de pájaro.

Pero... eso qué... Por las alas de los ángeles... Helios no se sorprendió lo más mínimo de lo que estaba viendo, ni se sintió ofendido, ni impresionado, ni excitado. Pero sí experimentó una brutal oleada de asco que, en realidad, no alteró en nada su pose. Allí abajo había un quintal de personas que parecían estar devorándose vivas, manchadas con su propia sangre, embistiéndose y besándose unas a otras con los ojos en blanco por la locura. Repulsivo.
Realmente, había que felicitar al tal Mon Charnaisse por sobrecogerle de tal modo. De todas las atrocidades, horteradas, groserías y muestras de mal gusto que podía esperarse allí dentro, esa era la más estrambótica. Helios estudiaba a todas esas personas, posado sobre el cristal, como una especie de dios que mirase avergonzado a la creación, sintiéndose indigno de manipular a las aves (Maravillas vivientes, en su opinión) llevando el mismo código de especie que esos que se retorcían a vario metros más abajo, contra el suelo. O al menos, tan solo a medias.
Una orgía en toda regla. ¿En eso empleaba el tiempo la aristocracia de París? Hm, dejaba mucho que desear, en ese caso, la Ciudad de la Luz. Intercambió una mirada con sus aves, una mirada de desprecio y cierta pesadumbre. Esperaba algo con más estilo, pero bueno, la cosa era que allí hubiesen joyas, oro y demás objetos de valor. El arte ya lo pondría el propio Helios.

Se giró, inclinando la cabeza como si fuese un pensador encerrado en sus propias cavilaciones, y sin dirigirles siquiera una mirada a sus soldados, silbó con toda la fuerza de sus pulmones.
Una vez sus botas volvieron a tocar teja, y se alejaron del cristal, se giró, haciendo un aspaviento con su brazo izquierdo hacia el cielo, y después descendiéndolo directamente hacia el ventanal. La orden estaba clara.
Y los pájaros, hipnotizados por el silbido, actuaron. Al menos la mitad de todos las aves que poblaban el tejado de la mansión Mon Charnaisse alzaron el vuelo hacia el cielo formando la figura de una especie de inmensa serpiente, alargada y retorcida. Una vez lo suficientemente alto, Helios volvió a entonar su cántico, enfocando con su aguileña vista a la inmensa serpiente, formada en el cielo con los cuerpos de cientos de pájaros en movimiento.

La figura, rugiente con el sonido de mil animales, se lanzó en picado hacia el ventanal, asestándole un bestial placaje y partiendo el cristal en una ruidosa maraña de cuchillas transparentes. El círculo de vidrio saltó en pedazos, dejando ahora un agujero de acceso a la casa totalmente desprovisto de protección. Los pájaros hicieron incursión en el lugar, poblando el espacio aéreo de la estancia en un revoloteo furioso, unos entre otros, en círculos enfrentados. Como buitres sobre el futuro cadáver.
Suspirando, dio dos zancadas, y se precipitó por el agujero sin siquiera molestarse en saltar. Fue bajando en gráciles piruetas, ondeando su cuerpo en el aire mientras descendía rasgando el vacío, hasta que, al posarse en el suelo con los dos pies y absoluta destreza, hizo una leve reverencia de presentación a todos los hombres y mujeres que, allí desnudos, clavaban sus ojos en Helios con perfecta expresión de incredulidad.

El joven ladrón se enderezó, sonriente, y alzó ambos brazos, ceremonial. Todos se habían quedado en silencio, helados.

-¡Muy buenas noches, damas y caballeros! -señaló a sus aves, que se deslizaban en el aire-. Mis hermanos y yo somos... -¿Cómo definirse a sí mismo?-. el pasatiempo de esta noche. ¡Pero tranquilos! No les molestaré durante mucho tiempo, ni interrumpiré demasiado sus interesantes eh... ehmm... sus interesantes quehaceres, por llamar de alguna forma a la bacanal que tienen aquí organizada -dio un nuevo paso hacia su alucinado público, cruzando los brazos tras la cintura-. El asunto es simple, están siendo atracados. Pero, todo este espectáculo no podría llevarse a cabo sin la inestimable ayuda de mi compañero... Si son tan amables de aguardar un segundo... -giró su cuerpo hacia la puerta que, ahora vista desde dentro, bloqueaba el paso de Jarod.

Volvió a silbar, mientras que los presentes intercambiaban comentarios, y algunos se levantaban para observar mejor a los pájaros que concurrían la bóveda del salón. Estos, de nuevo en trance, formaron aquella serpiente con la que habían destruido el ventanal, y se precipitaron feroces contra la placa de acero que cerraba la salida.
Todos al mismo tiempo, se empotraron contra la plancha, abollándola un poco. Pero no cedió. Y no solo eso, si no que algunas aves que no habían soportado con vida el impacto, cayeron al suelo, muertas.

Helios silbó una vez más, alzando un brazo hacia la entrada.

Las aves que continuaban vivas entablaron el vuelo hacia atrás, y tras ejecutar un espectacular giro en el aire, acometieron una última vez contra la compuerta, con contundencia. Y esta ocasion la compuerta, ya casi sin fuerza, se desprendió hacia la calle con un fuerte sonido. Los pocos pájaros que se mantenían con energías regresaron al grupo. Los demás, simplemente se dejaron morir en el suelo.

Helios sonrió, dando dos palmadas. Se podían percibir los jardines, y al pintor, aguardando fuera.

-Jarod, entra. Y cierra la puerta... O bueno, cierra los pedazos -ordenó, girándose de nuevo hacia sus espectadores. Ahora que se fijaba, ante él, a pocos centímetros, había una mujer medio desnuda, vestida tan solo con algunos pedazos de falda enredados en sus piernas. Se arrastraba, intentando alejarse del ladrón e ir junto a sus amigos. ¡Qué oportuno para su espectáculo!.
Helios levantó una bota, pisando el pedazo de tela e impidiéndole alejarse-. Ahora, todos ustedes irán depositando en el saco de mi compañero todo cuanto tengan de valor, sin excepciones. Oro, joyas, pulseras, colgantes, relojes, anillos... Pero antes una advertencia -sonrió más ampliamente, sintiendo a Jarod pasar por su lado-. si alguien efectúa el más mínimo movimiento contra mi, o contra mi compañero, ellas -señaló a las aves, sobre sus cabezas-. os matarán. Y para que vean que no estoy precisamente de farol... -bajó la mirada hasta la aterrorizada mujer, sentimental-. Querida, siento ser yo quien transforme tu placer en dolor, espero que lo comprendas -levantó el brazo, y chasqueó los dedos, ensombreciendo la mirada.

Y tras esto, un nuevo silbido salió de su boca.

Uno totalmente distinto a todos los que había empleado hasta el momento. Era un silbido oscuro, macabro, fúnebre, como un réquiem de entierro. Ese era el sonido que sus aves reconocían con más resquemor y temor de todos, el ruido de orden para morir. Un silbido que, tanto Helios como su ejército, sabían que se cobraría vidas. Sonriendo con malicia, señaló a la mujer, más concretamente a su rostro.

Era un poco... pues cortarles el rollo. Helios realmente lo sentía, sí. Sentía más que nada el haberles cortado el vicio a aquellos pobres desgraciados. Qué desgracia...

Obedeciendo al arte de Helios, los pájaros descendieron desde las alturas en picado, pico y garras primero, hacia la mujer. Esta chilló histérica, intentando escapar en vano, puesto que Helios la retenía con la bota.
Al alcanzarla, los pájaros atacaron su rostro, arrancando pedazos de las mejillas, la frente, la nariz y los labios de forma descarnada y furiosa. Un par de aves de aspecto afilado, como cuervos, se ensañaron con sus ojos, picoteándolos y extrayéndolos, mientras que otros de similar aspecto abrían su boca y devoraban su lengua.
La víctima se retorcía y chillaba, intentando luchar contra sus atacantes sin ningún resultado. Cuando ya casi no le quedaba ni aliento, ni vida, la mujer se tendió contra el suelo, dejándose devorar por las rapaces, que graznaban incesantes y hambrientas. Fue cuando Helios levantó su bota, alejándose unos pasos con una sonrisa bohemia adornando su rostro. Las pequeñas aves aún picoteaban los restos de un cadáver sin ojos, sin lengua, con los labios arrancados, con la nariz descarnada y las mejillas desprendidas, colgando.

Dos nuevas palmadas por parte del ladrón, dando por concluido el acto.

-Estupendo, estupendo, sencillamente estupendo, una actuación sublime. Puro arte, aunque tampoco es que la dama fuese especialmente hermosa -giró su dedo hacia arriba con fuerza, con lo que los pájaros empezaron a volar más rápidamente, amenazadores-. Todo, en el saco, un movimiento en falso, y correrán la misma suerte -murmuró, asestándole una despectiva patada en el costado al cuerpo de la chica-. Esta noche Mon Charnaisse es nuestra -concluyó.

Su corazón latía rápidamente, estaba eufórico, su respiración se aceleraba. Todo era puro, precioso, inimaginable arte para Helios. Algo delicioso que no podía dejar pasar, sin desatender en ningún momento la protección de Jarod.

-Oh, vamos -exclamó, al ver sus rostros de miedo-. ¡Alégrense! Esto es una fiesta... -terminó, inclinándose un poco, formando todo parte de su interpretación.

Dante Mon Charnaisse Sáb Dic 06, 2008 10:35 pm

Dante se irguió repentinamente al oir el estruendo, a la vez que toda la casa temblaba.

-Ummm, parece ser que nos atacan-Rápidamente se había lebantado y había hechado un vistazo al monitor de uno de los ordenadores, que mostraba una extraña escena. Miles de pájaros entrando en su casa, seguidos de un ladrón... algo extrambótico...

Dante se levantó y movió un cuadro colgado de un tramo de pared sin estanterías. Un chasquido sonó y pudieran escuchar como si les hubiera caido encima una cúpula de acero... que era practicamente lo que había ocurrido. Sobre la cara externa de las paredes se había derramado un líquido con alta dureza y un nivel de radiactividad capaz de destrozar a un hombre en medio segundo. Suerte que las paredes eran de un plomo especial que rebotaba toda radiacción^^.

Eso los encerraba entre dos paredes de plomo con una capa de radiactividad asesina en medio. Aunque en la habitación no hubiera cambiado nada...

La casa estaba llena de sorpresas...

Dante se relajó pues las tres caras del cilindro que era su habitación estaban mas protegidas que el bunker del presindent. Ese hombre pajaro no lograría entrar.

El chico abrió los brazos en cruz y suspiró.

-Bueno chicas, como podéis ver, no podremos salir de aquí en un tiempo, pero no os preocupéis, esta sala está preparada para dos años de cautiverio ajaja

En otro lugar, uno de los gemelos envestía con fuerza a Chloe que gemía tirada en el sofá.

Pero se detubieron al oir el estruendo.

El gemelo puso mala cara y salió de Chloe subiendose los pantalones.

-Vamonos, esto no pinta bien

Tomando a la chica de la mano, el gemelo apartó una estantería y se coló por un túnel que había detras, bajando hasta un sótano y de ahí a otro tunel que los dejó en el patio de la casa de enfrente.

Siguieron corriendo un rato hasta llegar a una cabina, y entonces llamaron a los servicios especiales, alegando que una de las mansiones de la ciudad estaba siendo atacada...

En pocos minutos una considerable cantidad de coches de policía se estacionaba delante de la casa viendo...(te lo dejo a ti hombre pájaro)

Helios Dom Dic 07, 2008 12:08 am

Helios escrutaba a toda esa gente con cierta indiferencia, aunque no era una mentira el hecho de que se estaba divirtiendo bastante. Era una gozada el hacer entradas triunfales tan artísticas e impregnadas de espectáculo como aquella que él había organizado en Mon Charnaisse. Sí, tenía cierto complejo de artista abandonado. O, más bien, de artista que nunca ha dejado que los demás disfruten de sus creaciones. Y además ¿Para qué dejarles? Sí ellos se divertían mucho más organizando movidas como aquella. Sangre y un acto sexual que hasta los monos saben hacer con algo más de estilo. Pues ya está, porque no está hecha la miel para el hocico del asno.

Se mantuvo impasible mientras Jarod iba pasando entre los invitados, recogiendo sus pertenencias en un saco que (Y Helios sonrió al percibirlo) estaba cada vez más lleno, y pesaba cada vez más. Hm, el pintor no parecía ser demasiado fuerte, de modo que, en la huida, les pediría a sus aves que llevasen la carga, para poder escapar ellos con mayor fluidez.
De pronto, se escuchó un ruido lejano, una especie de sistema o mecanismo de defensa activándose. Helios se agazapó un poco, clavando inmediatamente la mirada en Jarod, preocupado y listo para dirigir a sus pájaros. Lo sabía, Mon Charnaisse debía de haber puesto en marcha alguno de sus jueguecitos de Mecano, típicos de los pijillos que se creen en constante peligro, con la intención de ahuyentarles.
Esperó unos segundos, en los que no ocurrió absolutamente nada, de modo que dejó de intentar percibir algo que no acababa de sucederse, y empezó a pasearse con las manos entrelazadas tras la cintura, observando a los presentes mientras se despojaban de sus efectos personales. De nuevo, se mantuvo sereno en intentar no averiguar la razón por la que sobreprotegía al maldito Jarod.
Ese sonido seguía en su mente, pululando, poniéndole nervioso. Si no había sido un mecanismo de ataque, o de defensa, seguramente había sido algún método de aviso. Pf, menuda bobada, se dijo Helios a sí mismo. Era demasiado predecible, pero la policía no podría hacer nada. Además, ¿Qué sabían? ¿Que una mansión estaba siendo atacada por una bandada de pájaros?. No podían probar nada, simplemente que Helios y un joven estaban allí en ese momento. Con un saco lleno con los objetos de valor de los invitados, sí... Pero esa prueba podía eliminarse rápido.

Dio media vuelta, nervioso, dirigiéndose directamente a su compañero.

-Jarod, date pris... -calló de pronto al escuchar un sonido lejano.

Una especie de sirena, que parecía ir aumentando en sonoridad. Se acercaba a la casa, cada vez se escuchaban más, y más próximas. Helios compuso una sonrisa divertida-. Hm... -giró, dirigiéndose a la muchedumbre-. En una casa en la que se organizan fiestas de este tipo -dijo, girando el dedo hacia el suelo con ironía-. lo más importante suele ser la privacidad. Ha sido muy desconsiderado por parte de Mon Charnaisse el traer aquí a la policía. Intentarán entrar, y os verán a todos vosotros manchados en vuestra propia sangre, totalmente desnudos... Vaya imágen para la aristocracia francesa ¿Verdad? Y... ya se sabe, seguida de la policía, siempre suele venir la prensa... -elevó una mano, apaciguador-. pero tranquilos, yo me haré cargo de proteger sus ilustres imágenes públicas -soltó una ácida risilla bromista-. Sigan, sigan depositando sus cosas en el saco -giró sobre sus talones, y alzó los brazos hacia el espacio aéreo del salón.

En ese momento, como hablando en un idioma arcano y de silbante sonoridad, Helios comenzó a comunicarse con la bandada de aves que orbitaba contra el techo, cerca del ventanal destruido. Mientras profería aquellos siseantes sonidos, apuntó con un dedo al ventanal, y con otro al gran boquete de la puerta de entrada. Con un último pitido, el 50% de los pájaros que allí se hallaban se desplazó, filtrándose por ambos orificios en la estructura hacia el exterior de la mansión. Estupendo...
Helios suspiró, tranquilo. Ellos entretendrían a la policía a base de picotazos y embestidas tanto a hombres como máquinas, mientras el ladrón y su compinche terminaban con el atraco.

Volvió a pasearse en círculos, captando todos los movimientos que pudiesen hacer los invitados. Sentía que estaba mangoneando un poco a Jarod... Pero era parte del plan, y no pensaba repartirse nada con él. El pintor ya tenía suficiente dinero, en opinión de Helios.

Unos segundos después, provinentes de los jardines, llegaron gritos de sorpresa, algún que otro maleficio bien soltado, y lo que más agradeció Helios: Un disparo. Un único disparo que fue precedido por graznidos mucho más furiosos, sonidos de carne rasgándose en la lejanía, golpes secos que parecían nacer de seres vivos arremetiendo contra chapas de acero, y gritos de terror por parte de la policía, fuera de la mansión.
El ladrón sonrió, rememorando mentalmente su juramento.

"Por cada guerrero caído, acudirán cinco más...". A ver cuanto tardaba la fuerza del orden en percatarse de que cuantos más pájaros matasen, más irían apareciendo desde todos los puntos del bosque para continuar el ataque. Pero aun con esa máxima vigente en el terreno de juego, Helios tampoco quería tentar mucho a su suerte.
Volteó el cuello hacia Jarod, asegurándose de que todo estaba yendo correctamente. Que, al menos de momento, así era.

-Jarod, no tenemos mucho tiempo -murmuro, intentando no sonar demasiado duro-. la intimidad no nos durará demasiado, y tampoco me merece la pena montar aquí una carnicería, así que brío -apremió, sacudiendo una de sus metálicas manos hacia el muchacho.

Fuera, seguían escuchándose los chillidos, disparos e intentos de la policía por neutralizar la cada vez más nutrida bandada de pájaros que, formando elegantes formas y atacando en perfecta formación militar, cual cazas de combate, estaban destruyendo poco a poco, pero a gran velocidad, todas sus armas y vehículos.

Charlotte Dom Dic 07, 2008 12:58 am

Cuando notó que Dante la llevaba a la cama, con cara de horror le susurró de manera que solo ellos pudiesen oirlo:
-Hey, que iba en coña, colega... no quiero perder mi virginidad tan pronto, y menos en un trío... y dile a la tía esa que no soy tu novia, joder.
Dante, que ya la había dejado sobre la cama, se apartó un poco, y le susurró también:
-Tómate bien las bromas, musa.
Después, le sonrió.
-Si a mi no me importaría hacerlo contigo... pero coño, no con ella delante. -Susurró ella alterada mientras hacía una leve torcedura de cabeza para señalar disumuladamente a Ellen, que andaba por la habitación dando vueltas, claramente ofuscada por la situación y echándoles de vez en cuando miradas de reproche a ellos dos.
Dante puso la cabeza en el regazo de Arlot y la miró desde abajo con cara dulce.
-Todo llega, mi musa.

Aura Ala de Angel Dom Dic 07, 2008 3:37 am

A Aura la dolían las piernas de caminar de forma tradicional, ósea se, por el suelo, no estaba acostumbrada a tanto ejercicio, pero claro, sin una casa y un lugar donde descansar y poder nutrirse, sin una ropa apropiada y sin zapatos era normal ponerse pesimista.
Tenia la respiración entre cortada y le sabia la boca a sangre, para colmo no sabia muy bien donde había caído, sumida en sus pensamientos poco mas que desesperados, noto un aura de conflicto un poco mas allá, sus sentidos percibían el sabor amargo de la maldad al final de aquella calle, que parecía muy lujosa.
Se acerco al lugar con toda la celeridad que le permitieron sus piernas y las piedras que se le clavaban del suelo, cuando levanto la vista descubrió con sobrecogedor asombro a un montón de hombres luchando por sus vidas, intentando quitarse de encima unas aves que les picoteaban furiosas.
El primer pensamiento de Aura fue, ¿que les abrían hecho esas personas a los pájaros para que estos estuvieran tan furiosos?
Uno de los animales la diviso un poco mas allá y se acerco a ella con el mismo animo de picarla, la chica no se movió del sitio ni hizo movimiento alguno, simplemente se quedo mirando atolondradamente al ave que la había pillado por sorpresa, el animal paso su vista por la de la chica y sin darse apenas cuenta de lo que hacia desvió su trayectoria y se fue revoloteando hasta la rama de un árbol cercano, desde allí agacho la cabeza examinando a la joven y después pió desconcertada.

- ¿Que pasa?, ¿la tomas con los demás y no con migo?, sin duda eres mas lista de lo que creía - miro a los hombres aun lidiando a tiros con los pájaros- Quizás les puedas pedir a tus compañeras que no ataquen así a los humanos .
El ave pareció dudar y se alejo volando.
- Eso me da que es un no, estos bichos están siendo controlados .
La joven se acerco con cuidado al lugar donde notaba la fuente de ese extraño poder, atravesando un jardín, bastante descuidado, llego a una gran casa, allí donde solía vivir gente rica, o eso tenia entendido, pero, no se podía entrar la puerta estaba rota pero alguien había puesto una protección encima. Aura rodeo la casa hasta que encontró otra puerta por uno de los lados, sin pensárselo mucho llamo con tranquilidad, al rato, con un impresionante ruido de candados descorridos y cerraduras retiradas, la puerta se abrió y apareció una chica en el otro lado que se asomo con precaución, parecía asustada.
- Hola, ¿quien eres? .
-¿Y..yo?, la criada, ¿quien eres tu?.
-Me llamo Aura-respondió la otra con una sonrisa.
-¿Eres de la policía?.
-¿Poli...cia?.
La mujer la cogió del vestido y la metió dentro de la casa, la estancia parecía una gran cocina.
- Ayúdanos nos están robando .

Dante Mon Charnaisse Dom Dic 07, 2008 12:39 pm

Pasado un rato, Dante se levantó y fué hacia Ellen.

-Bueno, ¿Y tu, que piensas hacer cuando la mansión sea de nuevo segura?

Los ojos de Dante no reflejaban para nada burla, odio ni ningún sentimiento negativo, simplemente curiosidad ante la chica que se había colado en su habitación...

Aura Ala de Angel Lun Dic 08, 2008 1:29 am

La joven contemplo como la criada le pedía que la ayudara.

- Vale, vale, pero ¿quien os ataca? .
La casa era enorme por lo que pudo comprobar mientras seguía a la otra mujer, llena de objetos impresionantes y caros, y sobre todo llena de cuadros, al pasar cerca de uno que mostraba un ángel Aura se paro de golpe y sonrió tontamente.
-Andaaa¡¡, ¿As visto?- Dijo mirando a la criada.
-No te entretengas- Respondió esta, tirando de las mangas de la túnica.
La llevo asta detrás de una puerta donde se oían las voces asustadas de los invitados y las palabras del ladrón, la criada miro a Aura que echo una ojeada, lo que vio detrás del marco la dejo sin respiración, la gente estaba medio desnuda, y había algo de sangre en el suelo y en algunas partes mas de la estancia, se respiraba lujuria y avaricia por parte de los asaltantes, se retiro con una arcada.
-....Este sitio no me ... no me sienta bien.
-¿Pero tu as venido a ayudar verdad?.
-Buenooo... supongo que si- Aura no quería desilusionar a la chica que la miraba con ojos suplicantes.
Se giro de nuevo, tomo aire, y se adentro en la habitación. El ladrón daba ahora órdenes a otro chico para que se diera prisa en sustraer a aquellas persona, si se podían llamar así, sus cosas de valor.
Aura se coloco detrás de el y le hablo con voz firme.
- Eso que haces, no esta nada bien, no es educado ni tampoco moral quitarle a las personas cosas que son suyas - Se sujeto a una pared, su apariencia mostraba debilidad, el ambiente la estaba matando - Robar es pecado, desvuélveles las cosas y serás perdonado - Dijo para terminar, esperando que el ladrón la hiciera caso.

Helios Lun Dic 08, 2008 3:46 am

Helios no quería más interrupciones, no quería más contratiempos, no quería tener que matar a más personas, aunque realmente este último detalle tampoco le causase demasiado remordimiento. Pero la cosa avanzaba de forma demasiado lenta. No podía pedirle a Jarod que fuese más aprisa, no quería exigirle y que, por enfado, le dejase allí tirado. Perfectamente podría salir del atolladero en ese caso: Pediría a sus aves que tomasen el saco, y escaparían con las ganancias. Pero no era realmente esa la razón por la que no quería que el pintor se fuese... No quería que se marchase. Se había sentido cómodo a su lado, cosa que no había experimentado más que con pájaros. Le había dado de comer y... Y no podía obviar lo que había ocurrido en aquella cama, en su casa. No. Tenía que atar, antes de separarse de él, unos cuantos cabos.

Prosiguió paseándose de un lado a otro, redirigiendo el vuelo de sus aves con suaves silbidos y fieros aspavientos de brazos, lanzándole miradas nerviosas a Jarod entre tanto, y controlando con su único ojo a todos y cada uno de los presentes, sin desatender, por supuesto, los sonidos de batalla que provenían de fuera de la mansión. Un cerebro para mil tareas al mismo tiempo. Era chocante el ver como, en el interior de esos muros, una masa de personas en absoluto silencio, sencillamente, iban abandonando sus objetos de valor en un saco. Y que, fuera, se estuviese librando una encarnizada guerra entre las pájaros y los seres humanos. Eran como las dos caras de una misma moneda. El Cielo y la Tierra.

De pronto, una vocecilla le sacó de su ensimismamiento. Una vocecilla débil y asustada, como la de un animalillo acorralado. Helios se giró violentamente hacia el lugar del que provenía aquella voz, encontrándose tan solo con una muchacha, que salía de entre la multitud para enfrentarle. Parecía estar intentando armarse de valor para dirigirse a él.
El ladrón sonrió, condescendiente ante las cosas que estaba escuchando. No podía ser todo aquello más demagogo, y más prolijo. ¿Un pecado? ¿Moral? Por Procne... (FDR: Procne es una princesa ateniense que fue transformada en pájaro por los dioses xD)

-Discúlpame la pregunta, pero.. ¿De qué libro has salido? -preguntó jactancioso, entrelazando los dedos tras su cintura y mirándola con absoluto respeto y distancia-. No te pares Jarod -ordenó en un rugido bajo, redirigiendo su atención a aquella atrevida joven-. ¿No es educado? Discúlpame, pero dudo que ninguno de los aquí presentes puedan tacharme de maleducado. En todo momento me he dirigido a ellos con la máxima deferencia -hizo una pausa, frunciendo el ceño-. bueno... salvo ella -admitió, señalando con un gesto de su cabeza a la fallecida bajo el pico de sus aves, momentos atrás-. En cuanto a la moral, para qué responderte... Amiga, le estás diciendo a un ladrón que robar está feo... También puedes decirle a un carnicero que andar con cuchillos es peligroso -hizo un gesto despectivo ante lo último que escuchó.

¿Que iba a ser perdonado? ¿Si devolvía el qué? Venga ya. ¿Era una broma, verdad? Helios no pudo contener la risa. La primera vez que reía desde su aparición, con una risa sesgante, fría, falta de vida y alegría. Los pájaros, en el techo, se removieron, nerviosos. ¿En qué mundo vivía aquella gente?

-¿Sí? ¿Quién me perdonará amiga mía? ¿Tú? ¿Esta panda de viciosos sin cerebro? -torció el gesto, ahora ya más enfadado, mientras chasqueaba una vez más los dedos.
Cuatro o cinco pájaros de los que planeaban por el espacio aéreo del lugar descendieron, revoloteando en círculos y a enorme velocidad en torno a la chica, de modo que quedaba enclaustrada entre las aves-. Existir como humanos ya de por sí es pecado -sentenció, dando media vuelta y caminando con agitación-. ¡Jarod, recoge los últimos trastos de valor de esta gente y VÁMONOS! -concluyo en un enfurecido chillido.

Ya empezaba a estar harto. Un solo movimiento por parte de alguien, quien fuese, y los pájaros tendrían la cena servida.

Ellen Smith Lun Dic 08, 2008 4:44 pm

Ellen se entrecerró los ojos con enfado mirando a Dante fijamente.
-¿Que que voy a hacer? -le preguntó con una voz suave...demasiado, quizas- Pues mira, ahora que lo preguntas, me largare a mi casa...o a mi piso particular, finjiré que nada de esto a pasado y me olvidaré completamente de ti...y confio en que tu agas lo mismo... -acabó cabreada.
-Y si quieres casarte con alguien, casate con ella -dijo señalando a la otra chica con la cabeza- Yo paso de casarme contigo, chaval.
Después giró la cara cabreada...
-Por cierto...¿cuando narizes se podrá salir de aquí? Ni de coña me quedo dos años con vosotros.

Chloe Jackson Lun Dic 08, 2008 4:54 pm

Chloe se abrazó al gemelo con el que havia escapado...no por amor ni nada...era solo que estaba desnuda y tenia frio.
El aire nocturno, la hacia temblar levemente, peo no dijo nada ni se quejó.
Pero después dun prolongado e incomodo silencio, preguntó:
-¿Estás preocupado por tu hermano? -le preguntó al chico cuando clgó el telefono- He de volver aí...he de recojer a mi querida Julia (se refiere al deportivo).

Charlotte Lun Dic 08, 2008 8:52 pm

-¿Yo? ¿Casarme con este? -Preguntó Arlot señalando también a Dante con la cabeza. -Por favor, encanto, ¿estás de coña? -Rio la muchacha. No es que no le pareciese atractivo Dante, es, simplemente, que la idea de casarse, virgen y a los diecisiete años, le hacía bastante gracia.

Dante Mon Charnaisse Mar Dic 09, 2008 8:23 pm

Dante se levantó de un salto y se acercó riendo a Ellen.

-Finjirás? Apuesto a que no se te da tan bien finjir, juraría que tu eres mas de decir lo que piensas que de guardártelo, claro que puedo equivocarme^^. Además, esque no tenemos un trato? Tu no hablaste en ningun momento de si tengo o dejo de tener novia, cierto? Además, si estás aquí es porque te colaste, ni mas ni menos, si hubieras podido esperar tranquilita con los invitados, seguro que ya podrías salir jajaja

La risa de Dante era suave y melodiosa, como el dulce trino de un pájaro.

Luego miró a Arlot.

-No seré yo quien te ate a los lazos del matrimonio, libre musa

Charlotte Mar Dic 09, 2008 8:47 pm

-Hombre, libre, libre... lo que se dice libre... ¿tú has visto alguna salida de este cuarto? -Rio ella.
Se acercó a Dante y le susurró al oído de modo que sólo él lo escuchase.
-Algún día... tú sabes...
Dejó las palabras en el aire y se giró, para hablar en voz bien alta y, haciendo aspavientos, a la vez que melodramatizaba y gesticulaba teatreramente.
-Ohhh... ¿¡Cómo voy a ser libre si me hallo encerrada entre estas vetustas paredes!?...

Ellen Smith Mar Dic 09, 2008 11:40 pm

-Mira...a mi que tengas novia o no me trae sin cuidado...lo unico que quiero es salir de aquí y no volver a ver tu jeto nunca mas...y que sepas que en ningun momento e aceptado esa idiotez del matrimonio...asi que no des las cosas por echas. Y para que no haya mas confusiones, ya te digo que paso de casarme contigo.
Luego resopló y se sentó en una esquina de la habitación alejada de ellos.
No dudaba en que si tenian que quedarse mucho aí metidos, iva a estar mas ignorada que "La gioconda" al lado de la play tres con el Final Fantasy XIII.
-Joder...que tenga que pasarme esto a mi -se quejó- Para una vez que me consiguen obligar a ir a una fiesta de pijos y mira tu como acaba todo... -resopló por lo bajo.
Solo podia esperar a que pasase todo y pudiera salir de aí.
Ya que no dudaba en que iban a pasar de ella todo el rato...como minimo los otros dos se entretenian juntos.
Enterró su cara en sus rodillas y se quedó muy quieta, a la espera.

Dante Mon Charnaisse Miér Dic 10, 2008 12:03 am

Dante rió ante las bromas de Arlote, pero miró preocupado a su exfutura esposa.

La cría se había sentado enterrando la cabeza entre las piernas. Repentinamente, la faz de Dante se volvió seria, agrandándose los ojos que estaban achinados por término general debido a la sonrisa.

Se acuclilló a un lado de la chica, sin mirarla directamente, y luego comenzó a silvar.

La melodía era una especie de nana con tonos tristes, a Ellen le sonaba; puede que la hubiera escuchado en alguna emisora.

Al rato, Dante se inclinó un poco hacia Ellen y le pasó su suave mano por el pelo.

-No te preocupes, aquí estamos seguros, y pronto se irá el ladrón, así que podrás irte a tu casa o a donde quieras. Siento que te hayas visto metida en todo esto... Puedes pensar que es mi culpa si te hace sentir mejor...

Dicho esto se levantó y se quedó paseando cerca de Ellen...

Ellen Smith Miér Dic 10, 2008 12:29 am

Eso si que no se lo esperaba.
Pensaba que el pasaria de ella, cosa, que por otro lado era comprensible, si se tiene en cuenta de que antes no se conozian de nada y que el tenia a la chica que parecia gustarle aí.
Pero casi se pone a llorar cuando el silvó una especie de nana para ella.
Aunque fuera puro peloteo o cortesia, eso le llegó al corazon.
No por el echo de que fuese el quien la silvara...era solo que nunca nadie le havia lvado una nana...o havian cantado para ella...e incluso casi nunca havia sentido una mano amigable pasarle por el pelo.
Recordaba perfectamente donde havia escuchado antes esa nana.
A falta de unos padres que estuvieran por ella, ya desde pequeña, havia adquirido el habito de robar a los demás lo que a ella le gustaba.
Y un dia, colandose por las mansiones del vecindario, le havia robado a un niño (¿O era quizá una niña?) un medallón, el cual al abrirse, sonaba la misma melodia.
Ese medallón se combirtió en su mayor tesoro, y aún hoy, cuando se sentia muy sola o triste, lo abria y se dormia escuchando la musica que de el salia.
No pensaba que fuera culpa del chico...a fin de cuentas, no era culpa suya que atacaran su mansión precisamente hoy.
Levantó un poco la cabe, limpiandose las lagrimas disimuladamente y le dijo "gracias" con voz ronca, de haver contenido antes algun que otro sollozo.
Luego desvió la mirada pasandola por la habitación y miró a la otra chica unos montos.
¿Como podia haverla confundido con una pija?
Luego volvió a su posición de antes, preguntandose que estaria pasando exactamente arriba...si pasaria algo tan peligroso como para que Dante tuviese que poner en marcha tal grado protección.

Alex Blackfield Miér Dic 10, 2008 12:59 am

Alex se ajustó sus guantes negros y comprobó que todo estubiera en su sitio.

Gafas de sol, listo. Chaqueta, listo. Zapatos, listo. Desert Eagle con silenciador acoplado, listo. Neginomura, lista.

Ok, todo bien, podía proceder.

-Atención capitán al habla, me dispongo a entrar en la casa...

Alex trepó el muro, y vió la mansión, no muy lejos. Bajó de un salto y corió silenciosamente hacia la entrada trasera.

Al llegar vió un enorme aparcamiento, lleno de coches. Pero lo que mas le llamó la atención, fué ver a una mujer desnuda entrando en un descapotable azul.

Y aún mas, reconocerla y descubrir quien era.

La respiración de Alex se cortó, y corrió a esconderse tras el coche mas cercano. Tenía gracia. Él, un enviado del cuerpo secreto escandinavo, escondiéndose de una muejer desnuda.

-Pero no es una cualquiera, es la mujer que yo amo-pensó

El separarse de ella le había causado un gran dolor, y nunca la había olvidado, pero sus padres estaban bajo amenaza terrorista, y había tenido que huir.

Ahora la reencontraba y no podía hablarle.

Definitibamente, Dios existía, y le odiaba.

Alex pensó rápido y sacó un post-it del bolsillo. Escribió rápidamente unas palabras con el boli incorporado a su cinturon y corrió agachado al lado del coche, pegándo el papel sobre la puertecilla de la gasolina. Recordoó con una sonrisa mientras se escabullía que Chloe siempre miraba su coche antes de dejarlo aparcado, así que vería la nota en la que ponía:

"Siempre tuyo, Alex: A las 12 30 de mañana, en el último piso de la Tour Eiffel"

No podía perder la oportunidad de volver a verla, de explicarselo todo.

Pero ahora tenía otro motivo por el que cumplir su misión.

Entró en la casa por la puerta de atrás y miró un pequeño aparato con pantalla de buena resolución que le permitía ver las señales de calor en otras habitaciones.

Del suelo salía una enorme cantidad de radiaccion, absorbida casi por completo por un muro de plomo o similar. Pero lo mas extraño era la habitación mas grande.

En ella se veía una enorme mancha amarilla giratoria, como si el calor volara.

-Helios...-susurró-al fin te he encontrado

Alex sacó su pequeña katana(neginomura) y pulsó un botón en la parte de abajo.

La hoja comenzó a vibrar a millones de pulsaciones por segundo,, creando un campo sónico que nada podía contra humanos, pero letal contra seres con sacos aéreos.

Entró en la habitación por una de las puertas y se acercó a chico que recojía el dinero en un saco, tomándolo de rehén.

Los pájaros que estaban cerca calleron, saliendoles sangre por los ojos y el pico, muertos al instante.

-Entrégate Hélios, deja en paz a esta gente

Entonces vió a la "gente". Aristócratas sumidos en una orgía de sexo y sangre, ahora asustados. Todos importantes en París.

Cada vez que Helios atacaba, un alto dignatario caía. No sabía porqué, el ladrón nunca atacaba a las clases medias adineradas, y siempre robaba arte, metálico y comida.

SIn soltar a su rehén, miró a Helios a los ojos sin pizca de temor.

Vamos, Helios, vete ahora o entégate...

Invitado Miér Dic 10, 2008 4:40 am

Jarod fue callado en todo el camino, en verdad no se atrevía a decir nada. Los últimos acontecimientos lo había dejado como en shock, y lo único que hacía ahora era seguir ciegamente a aquel ladrón cuyo nombre desconocía. Ya ni siquiera estaba intentando encontrarle explicación a nada, ni a la cortesía que había demostrado con él, ni a la ayuda que le había prestado...Nada, ni siquiera al beso, lo único que él mismo le había robado al ladrón, por así decirlo. Todo lo sucedido con ese hombre le parecía irracional, junto con su comportamiento.

Al llegar a la casa, siguió al ladrón hacia la entrada. ¿Pero por dónde pensaba entrar? Estaba todo sellado a cal y canto...

Pero al escuchar sus instrucciones de que entrara cuando la puerta se rompiese, supo que conseguiría entrar, sin lugar a dudas. Tragó saliva, nervioso y con las manos temblorosas, pero sacudió la cabeza para serenarse. Se dirigió a la entrada. Y solo le tocaba esperar. Empezó a dar vueltas por la entrada, sin saber qué hacer ni tener manera de saber si el ladrón estaba bien o iba algo mal o qué...

Un segundo...¿se estaba preocupando por él? Jarod se quedó quieto.

-Pfffff...-se acercó las manos al rostro y lo hundió entre ellas.

”Jarod, estás loco, ido de la olla, eres un demente...” se decía a sí mismo, sin poder creérselo.

Justo entonces, le pareció estar oyendo algo que golpeaba la puerta. Jarod se echó hacia atrás, confuso. Los golpes eran cada vez más fuertes, y la puerta estaba empezando a abollarse...

Hasta que al final la puerta se quebró, dejándole paso, y Jarod pudo ver a los pájaros del ladrón, muchos de ellos en el suelo, muertos. Entró a la estancia a pasos lentos y dubitativos, con el saco en la mano pero se paró en seco al ver a los invitados. ¿PERO ESO QUÉ COÑO ERA? Si estaban todos desnudos y había sangre en el suelo...

”Joder, y lo que no es sangre...” ay la ostia las que montaban los aristócratas...

Pero cuando sus ojos vieron el cadáver de esa mujer, todo desfigurado y ensangrentado, se puso incluso blanco, pero siguió sin decir nada.

Aún así sintió repulsión por esa gente, sintió como si hubieran atentado contra el arte y la belleza. Y una pequeña parte de él pensó que se merecían que aquel hombre les robara. Puso una expresión seria para seguir las instrucciones del ladrón, pero en el fondo estaba cagado de miedo, sin poder creerse en el rollo que se había metido. Joder, que podría ir a la cárcel...

Siguió pasando de invitado en invitado para que éstos echaran sus objetos de valor al saco, prestando poca atención a lo que pasaba a su alrededor, concentrado en su tarea. Oía hablar a la gente, le pareció que una chica se dirigía al ladrón pero tampoco escuchó bien lo que decían.

Y por esa falta de atención, se llevó un susto tremendo, quedándose sin aire cuando un tipo lo agarró de golpe, con una katana en mano. Pero más que escuchar sus palabras, en su cabeza resonó un nombre.

...¿Helios? ¿Así se llamaba? Supuso que sí...

Se quedó flipado con ese policía. ¿Y ahora a santo de qué le amenazaba a Helios usándolo a él? ¿Es que era idiota o qué? Jarod, esta vez, lejos de sentir miedo, lo que su rostro esbozó fue una mueca de exasperación total, y giró levemente la cabeza hacia el poli.

-Disculpe pero es usted imbécil?-soltó, sin pensar. Soy rehen DEL LADRÓN y usted va y me toma a mi como rehén para extorsionarle?-miró a Helios por el rabillo del ojo.- A él le importa una mierda si me mata...-le miró de nuevo, más fijamente.- Así que con permiso...-en ese mismo instante, unas aves, esta vez mucho más grandes, se lanzaron contra el hombre haciendo que éste soltase a Jarod, y éste salió corriendo, para ponerse a la par del ladrón, como preguntándole qué iba a hacer.

Helios Miér Dic 10, 2008 5:10 am

Un fuerte zumbido sacó a Helios de su concentración, y del dictatorial control que ejercía sobre todas las acciones que se desarrollaban en la sala. ¿Ahora qué demonios estaba pasando? Era como si el aire, de pronto, temblase a miles de pulsaciones simultáneas, algo que parecía que los demás no escuchaban, pero que le ladrón percibía con total claridad. Como una ráfaga de gas que vibraba en el ambiente... Eran... Eran ultrason... No... No podía ser...

Detuvo su paseo, mirando al techo con temor. Y justo, pasó lo que no había previsto. Bajo la influencia del impacto sónico, las aves, sus aves, empezaron a retorcerse en el aire, chillando de puro dolor. Algunas incluso "estallaron" ante el horrorizado ojo de Helios, que veía como unas cuantas de sus criaturas plegaban las alas, dejándose caer al suelo. A su alrededor se estampaban como si fuesen moscas casi el 50% de sus pájaros en el interior de la Mansión Mon Charnaisse.
Helios movía su cabeza, cubriendo con la mirada los lugares en los que iban estampándose sus aves, con las cabezas reventadas, sin ojos, vomitando sangre. En ese momento cerró los puños con fuerza, experimentando una brutal oleada de odio hacia aquel miserable hijo de su puta madre que hubiese sido taaaaaaaaaan terriblemente listo de matar a sus aves. Sus hermanos, maldita sea, el símbolo e instrumento de su arte... Una pieza viva del cielo... Destruída... ¿Quién podía ser tan insensible? Sin duda todo aquello debía de ser una treta por parte de los comandos que rondaban la casa.
Encima usando ondas sónicas... Vaya, la policía le sorprendía cada vez más. Ahora parecía que hasta tenían ingenio. Ahora eran tan plenamente estúpidos que se veían obligados a coger de la mano a la tecnología punta para combatir a... ¿Un solo hombre que sabía silbar? ¡Vaya! Eso era halagador. Precisaban de cientos de policías para, entre todos, juntar un cerebro con el que poder combatir a Helios, y ni así, porque se tenían que valer de cachivaches electrónicos para poder medrar, y ni siquiera del todo, a su ejército celeste.
Ahora, lo importante era: ¿De dónde había provenido aquel ataque, y quién lo había iniciado?. Pasó unos segundos observando los cadáveres de sus pájaros retorcerse contra el mármol del suelo, abandonándose a la muerte, cuando entonces lo escuchó. Una voz que le resultaba extrañamente familiar. Una voz de alguien que parecía conocerle por su propio nombre. Lentamente, muy lentamente, Helios giró sobre sus talones hacia el lugar del que parecían provenir aquellas palabras, encontrándose con una escena de lo más inesperada.

-Hmmm...

Curvó la boca en un perceptible gesto de asco y desprecio mezclados. Ante él, sujetando a Jarod, estaba Alex.
No sabía su apellido, ni le interesaba lo más mínimo. Solo sabía que era un policía medianamente importante dentro del cuerpo (es decir, que no importaba una basura) que llevaba un buen tiempo siguiéndole la pista, y con el cual había sufrido un par de encontronazos. Pero no fue el detalle de que le hubiese hallado de nuevo (que no dado caza, ni entorpecido su plan) el que hizo que el corazón de Helios palpitase rabioso, sino el hecho de que estaba sujetando a su ayudante por el cuello de una forma violenta, casi dañina. De alguna forma, sintió que sus planes de protección hacia Jarod estaban fallando, pero era todo cuanto truncaría Alex. Nada más.
Lanzó varias miradas a todos los flancos, percatándose de que las aves supervivientes continuaban flotando cerca de la bóveda del salón. Alex, como siempre, tan estúpido, tan previsible, y sobre todo, tan poco inteligente. Y mira que llevaban años estudiándose mutuamente, pero nada, el policía parecía no captar las tácticas de combate de Helios, y continuaba masacrando a sus aves a quintal, sin pensar o calcular ni lo más básico: Su credo, su juramento de que cada ave muerta sería vengada por otras cinco más.
En cambio, Helios había hecho sus deberes, y ya sabía más o menos las formas de ataque de las que disponía su contrincante. Una pistolita que hacía "Pum,Pum" y un pelador de cebollas al que pulsabas un botón, y retemblaba como si fuese un flan, pero a lo bestia.

Compuso una sonrisa cínica mientras palmeaba dos veces más sus manos, gozoso, como encontrándose con un agradable amigo del pasado.

-Bravo, bravo Alex, simplemente... bravo. Me encanta que te hayas unido a nuestra pequeña celebración -se congratuló el ladrón, mientras escuchaba las nuevas palabras del policía. Qué pedigüeña se había vuelto la gente de pronto, por Eros. Qué manía tenían todos con decir lo que uno tenía o no que hacer-. No, sí, ya he oído por ahí que es pecado y amoral y un montón de cosas muy horribles que me asustan demasiado como para intentar traerlas de vuelta a mi memoria -murmuró aburrido, girando el dedo para reforzar su acidísimo y enteramente irónico argumento. En ese momento, el policía le pidió marcharse-. ¿Para qué Alex? ¿No me concederás el honor de quedarme a presenciar vuestra muerte? -torció el gesto, clavando una nerviosa mirada en Jarod, que pronto transformó en una mucho más queda y tranquila al encontrarse con la del policía-. Creía que me habías seguido, y que me conocías, pero veo que los cuerpos del orden siguen estando demasiado ocupados buscando las llaves del fondo del mar. Creo que son... -señaló a sus pájaros muertos, contabilizándolos con un largo dedo oscuro-. uno, dos, tres... Hmmm... diez, doce, quince... veinte... veintidós pájaros muertos... Vaaaya... -retornó la vista hacia Alex con una hermosa sonrisa. La bandada seguía girando sobre sus cabezas, vigilante-. Veamos como andas de matemáticas... -inquirió. De pronto, un rugido ensordecedor se escuchó en la lejanía.
Este no era parecido al de los pájaros que Helios invocaba a menudo, que solían provocar el típico ruido de aleteo.
Esto era directamente una especie de temblor que parecía estar sacudiendo cielo y tierra a poca distancia. Fuera, los disparos se habían parado, como si algo estuviese llamando la atención de la policía, y todo era silencio.
Silencio que hacía más audible aquel rumor que, a cada segundo que pasaba, se escuchaba más cerca. Ya acudían, obedientes a la llamada de sus hermanos caídos-. Veintidós pájaros... "A cada guerrero caído... aparecerán cinco más..." -recitó con misterio-. ¿Cinco por veintidós Alex? -dudaba de que el agente dispusiese de las neuronas necesarias como para ejecutar la operación matemática, de modo que Helios intercedió-. Ciento diez Alex... -sonrió, dando un paso hacia el policía-. ¿Los estas oyendo? -preguntó, señalando al techo con un dedo.
En su mirada se podía leer el triunfo, la venganza, el mal, la avaricia y sobre todo, la inmensa alegría de la batalla ganada-. Ya vienen hacia aquí... -concluyó, enigmático.

Y entonces Jarod decidió tomar parte por primera vez en la conversación, comenzando con una frase que le arrancó a Helios una pequeña risilla discreta. El chaval tenía gracia, aunque era un mentiroso (y uno bueno, parecía totalmente creíble). Técnicamente, no era su rehén. No estaba coaccionado, Helios no le estaba obligando a tomar parte en su delito. En cualquier momento, si el pintor quería, podía dejar el saco en el suelo y salir corriendo, y el ladrón no se lo impediría. E intentó no seguir pensando en ello, temeroso de encontrarse con que, de ocurrir eso, tal vez persiguiese a Jarod una vez más, buscando o anhelando algo que no acababa de saber que era.

Tragó saliva en silencio, al escuchar aquello de "Le da igual si me mata", pero con su mirada, entendió en el acto lo que tenía que hacer. Era más que obvio que todo aquello debía llegar a su fin cuanto antes. El rumor lejano se había transformado ya en un tumultuoso estrépito de miles de ruidos mezclándose que parecían sonar... a chillidos de pájaros. A graznidos. A miles, millones de graznidos restallando.
Helios llevó rápidamente los dedos a sus labios, profiriendo una nueva orden. Esta vez tan solo los pájaros más grandes de su bandada bajaron al combate, lanzándose pico primero en contra de Alex, atacándole de forma tan brutal que, sí o sí, debería soltar a Jarod. El pintor escapó de su captura mientras que el policía se debatía con sus aves.

Tenían que escaparse. Tenían que huir rápido, porque en escasos segundos toda la mansión se iba a llenar de miles de enervados animales que devastarían todo cuanto encontrasen a su paso.

-Jarod, márchate con el saco -ordeno al reunirse con su compinche. Silbó de nuevo con maestría, mirando ahora a aves algo más pequeñas, pero igualmente con afiladas extremidades inferiores.
Estas revolotearon mansas cerca de Jarod-. Ellas te defenderán. Vete YA -hizo una pausa, lanzando una mirada nerviosa a todas las ventanas y ventanales, cubiertas aún por sendas placas de metal-. Una bandada de pájaros gigantesca con instintos no precisamente amigables se está acercando a la casa, y en cuanto entre, aquí no quedará nadie con vida -le tomó de brazo, empujándole con fuerza hacia el boquete que hacía las veces de salida en Mon Charnaisse. Alex parecía que iba reduciendo poco a poco a sus atacantes. De pronto, las planchas de acero que protegían las ventanas se sacudieron sobre sus marcos, como golpeadas desde fuera por puños gigantes. El alboroto era atronador. Las paredes de la casa temblaban.
Algo. Algo de gran tamaño e inmensa potencia estaba impactando contra todas las placas de los ventanales al mismo tiempo-. VÉTE -gritó, furioso, sin entenderse ni a si mismo.

No podía permitir que le ocurriese nada a Jarod... No porque llevase el saco de sus ganancias, o porque le había ayudado... o no sabía... Simplemente, porque... Porque era Jarod...

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