Capítulo 2º El nuevo mundo

Deyndra ni siquiera se percató del cuerpo casi inerte de Noche. Llevaba a Cize al cuarto de baño. Lo lavó y después alimentó. Le gustaba oír la risa de aquel niño. Hizo que su mundo se oscureciera y acostó al niño en el que había sido su cuarto.

-Buenas noches Cize.-le decía mientras le acariciaba la cabeza.-Mañana te enseñaré muchas cosas, ya verás.

El niño se quedó profundamente dormido, pero, Deyndra se percató de que aparte de la acompasada respiración del pequeño había otra. Se guió por sus poderes hasta dar con un maltrecho Noche bastante debilitado.

-Oh.-dijo.

Con un rápido movimiento de muñeca lo elevó a la altura de su cintura, en un cómodo lecho de aire. Le acarició la mejilla y le susurró algo.

Noche abrió los ojos completamente negros y por su boca habló Sombra.

-Tu, paria de parias, deja a mi hombre, solo necesita descanso-tras lanzar una mirada amenazante a la Diosa, Sombra volvió al interior de Noche, donde estaba recluida por propia voluntad de ambos.

Cuando cerró los ojos, Noche volvió a respirar con normalidad y los abrió de nuevo, esta vez con su iris natural.

Miró a Deyndra que le acariciaba.

-Hola Diosa de la venganza. No sabía que te dedicaras a recojer desvalidos para luego acariciarles la cabeza-dijo Noche, refiriéndose a él mismo, sin saber nada del niño. No lo decía por molestar, sino simplemente para que ella supiera la imagen que daba de si misma...

Se sintió ofendida y le abofeteó. Con otro suave movimiento de muñeca hizo caer fuertemente a Noche al suelo de espaldas.

Con un pie en el cuello de Noche, presionadole le dijo:

-Fuera, los dos. Ahora.-le ordenó

Noche la miró, y comenzó a reirse ahogadamente, pues el pié no permitía que exhalase aire en gran cantidad.

De la manga de su túnica salió disparada una aguja que se clavó en la pierna de la Diosa, que apartó el pié del susto. probablemente no le hiciera el menor daño, pero no se lo esperaba.

Noche se levantó y se sacudió la capa. Puede que no le quedara mucho de su poder, pero la oscuridad aún estaba con él.

Con un suspiro, comenzó a reunir sombras, que le rodearon formando un aura que cubrió su cuerpo, ocultándolo.

-Alza tu barrera, ser sin ser, y partiré de vuelta a mi mundo

Chasqueó los dedos.

-Listo, ahora vete.-se dió la vuelta, no podía mostrar su cara.-Jamás vuelvas.

Y sin que Noche se percatara, de los hermosos ojos de la diosa salió algunas lágrimas que chocaron contra el frío mármol del suelo.

Noche dió la vuelta pero entonces una imagen cruzó la barrera de su presciencia y le golpeó fuertemente en la cabeza.

Unas botas de cuero negro seguidas por una capa del mismo color con una media luna roja y una cabellera negra que tapaba parte de un rostro ocultos sus ojos bajo unas vendas blancas. Las botas pisaban el negro suelo polvoriento de los alrededores del castillo.

Noche calló al suelo de rodillas y disipó toda la oscuridad.

-Diosa-se humilló el mago-permítime quedarme aquí contigo para servirte por siempre...Te lo suplico...

Deyndra, todavía con lágrimas en el rostro vociferó:

-¿¡No dejarás nunca de martirizarme!? ¡Dije fuera, vete y no vuelvas, vete y ocupate de tu familia, de tu estúpido mundo! ¡Fuera!-le gritaba

Noche entrecerró los ojos y se acercó a la puerta.

Pero en el último momento se giró y le preguntó con la voz tan simple y tierna de un crio de 6 años.

-¿Por qué lloras?

Siguió llorando mientras se sentó en el suelo y se acurrucó, agarrando sus piernas. Siguió allí llorando.

Noche frunció el ceño y se quedó mirando a la Diosa unos minutos. Luego, asegurándose que ésta no le haría anda, se acercó lentamente a ella y se sentó a su lado pasándole un brazo por el hombro.

-Bueno-dijo intentando animarla-Supongo que si has tocado fondo, ahora todo debe ir mejor...¿No?

-No me toques.-le dijo entre dientes y se levantó.

Se esfumó para aparecer junto a Cize. Se sentó a su lado y lo observó.

Noche deshizo su máscara en cuanto ella se fue. Su rostro volvió a ser igual que antes, y el poder volvió a correr por sus venas.

Miró las altas paredes del castillo y negó con la cabeza.

Tendría que quedarse un tiempo más, al menos hasta que su hijo llegase.

Entonces cumpliría el deseo de la Diosa y desaparecería de su oscura y bacía vida...

Deyndra se aseguró de que Noche no la había seguido, dejó al pequeño durmiendo y se dirigió al cuarto de su madre.

Allí lloró y lloró. Se encontraba tan sola..

Noche la oyó llorar, y una parte de él se estremeció.

Mandó con su mente un sentimiento de pesar, para que ella supiera que si le necesitaba, estaba en la habitación cercana a la suya.

No se permitió acercarse a la joven y consolarla, pero lo deseaba con todas sus fuerzas.

Así estubo horas y horas, pero el llanto no cesaba, sino que cada vez se hacía mas desconsolado y desgarrador.

Noche sacudió la cabeza.

No lo pensó cuando salió de la habitación.

Tampoco lo pensó cuando entró en la de Deyndra y tomó en brazos a la diosa.

Ni cuando la dejó en la enorme cama y se tumbó a su lado, rodeándola con un brazo, acariciándola con el otro y besándola tiernamente, llorando también él, sabiendo el dolor y la maldad que esos actos traerían a el futuro que tenía planeado, sabiendo que lo cambiaría, probablemente, por completo...

Deyndra despertó de aquella conmoción.

-¿Qué haces?-le preguntaba con cara de asco mientras se separaba lo más lejos de Noche.

Noche se levantó sin decir nada y se fué.

Cuando ella le había preguntado en su mente se habían formado dos respuestas.

Consolar tus penas.

Usarte.

Pero decidió no usar ninguna de las dos...

Arrepentida de lo que habí hecho, Deyndra se metió en la cama.

-Noche, Noche, Noche ...-sólo sabía llamarlo mentalmente mientras esperaba que volviera a acudir, mientras volvía a llorar.

Noche se iba lejos, y más lejos, hasta llegar al rincón mas lejano del castillo, donde se tumbó cerrando su mente a todo el exterior.

La voz de Deyndra dejó de oirse...

Él ya había intentado ayudarla, pero ella le había rechazado. No se movería de allí.

Deyndra quería volver a sus brazos, quería tenerlo junto a ella de nuevo. Lo buscó por todo el castillo hasta que lo encontró. Se sentó junto a él, pero manteniendo una pequeña distancia. Le acarició el torso de la mano para que él se diera cuenta de que estaba allí.

-¿Me perdonas?-le suplicó

Noche abrió los ojos, y en ellos no se reflejaba más que la más honda inexpresividad.

Se encogió de hombros y siguió tumbado en la misma posición, recordando las formas de Eternia, y el como su cuerpo se había adaptado al de ella en tantas ocasiones...

La diosa lo tomó como un sí. Se acurrucó junto a él. Sobre su torso. Y se dejó llevar por un sueño profundo.

Noche esperó a que la diosa durmiera para levantarse y dejarla sola contra la fría piedra.

Pero cuando se iba pensó, si no habría sufrido suficiente ya aquella criatura y... la tomó en brzos llevandola de nuevo a la cama, donde no cojería un Divino constipado por dormir en esas condiciones.

Mientras Noche la dejaba en la cama, ella entre sueños le pidió:

-Quédate, sólo esta noche, por favor.

Habia un viejo refrán de Alâren que decía: "Las personas solo mienten mientras están despiertas"

Noche se tumbó y la rodeó entre sus brazos, dejando que ella recostara la cabeza sobre su pecho y durmiera profundamente toda la noche.

Antes de caer profundamente en el sueño, buscó sus labios ...