Cap 3º La espiral

Hora tras hora, la marcha de Deyndra fué sumiendo a Noche en un estado de extraña neutralidad.

Lo que siempre había sido normal para él, ahora era impensable. La menor muestra de cariño le desagradaba, y nunca intervenía directamente en nada.

Solo con el pequeño Cize era quien había sido.

Los años pasaban y el niño se convirtió en un adolescente. Luego en un joven, y finalmente en un hombre.


Cuando tenía 30 años habló a Noche de esta guisa.


-Padre,vengo a deciros que me voy-no se detuvo al ver la expresion de dolor de su padre-Si, padre, he de partir, he de ir a ese mundo que os dió la vida y ver por mis propios ojos las mil maravillas que de él me habéis contado. He de encontrar la amistad y el amor, el odio y la verguenza, todo padre. Yo... lo necesito padre, os lo ruego...

Noche, con lagrimas en los ojos, y una sonrisa que suplicaba buena suerte para su amado niñito, abrió una puerta que le llevaría a lo que antiguamente había sido su castillo.

Como obsequio, le entregó su propia espada, Espada negra, que Cize portó con orgullo en la espalda antes de partir.

-Padre mío...os hecharé de menos...cuando tenga una familia la traeré aquí, para que la conozcas...Te quiero, Padre


Cize partió en un viaje del que jamás lograría volver. Noche lo sabía bien, pero no tuvo el valor de decírselo a su feliz hijo cuando este atravesó el portal, cerrándolo tras él.


Desde ese aciago día, se dice que en el abandonado castillo de La Diosa, mora un espíritu, sentado en un negro trono de oscuridad, en la más profunda de las mazmorras, conspirando por la destrucción del mundo que le arrevató a su hijo...

Deyndra sentía pánico. Así que volvió al castillo. Se imaginó a Noche y a Cize tal y como los había dejado. Pero aquello que vió no era lo que se espera.

-¿Noche?-preguntó

El aspecto del hombre seguía igual, pero ahora todo irradiaba oscuridad. Deyndra presió un poco más fuerte el bulto que tenía sostenido contra su pecho.

Noche se hallaba sentado en el trono, con las piernas cruzadas por las espinillas, y las manos descansando sobre sus muslos, con las yemas juntas de cada dedo con su igual de la otra mano.

Su cabello negro ondeaba suavemente con la oscuridad, y sus ojos staban cerrados, entregados completamente a la presciencia.

Cuando los abrió, Deyndra los descubrió completamente negros, pero diferentes a cuando la Diosa le poseía. Era una oscuridad, no solo amenazante, sino absorvente, como si diera la sensación de que te iba a absorver.

La voz de Noche resonó en la cabeza de la Diosa, poderosa, oscura, desgarrada y a la vez monocorde...

-¿Qué buscas en mi reino de paz y neutralidad traidora al corazón?

Sus ojos se fijaron en ella , traspasándola y luego volvieron a cerrarse.


No importaba cuanto tiempo tardase en responder...para él Tiempo era una palabra que no existía...

Esto se había descontrolado. Aquel se había vuelto su reino tenía razón.

-Siento haberos perturbado, señor.-le habló en un tono sumiso.-Me marcharé de nuevo.

Se dirigió a la puerta, pero e paró y volvió a darse la vuelta.

-Este pequeño es hijo vuestro. Pero no lo tendreis, ya os habeis quedado con el castillo.

Noche no se inmutó ante las palabras de la mujer y siguió en su trance.


Averiguó cosas sobre ella. Vió recuerdos. Era una Diosa guerrera. El ser que era antes la amaba, eso lo sabía, pero Noche/Sombra no amaba.

Pasó un tiempo, no sabía si años o simples segundos, presciendo, viendo las posibilidades.

Entonces volvió a ver una botas negras...capa del mismo color, y una media luna.


COmo una esclusa, los recuerdos se abrieron en su mente disipando la niebla.

Rauk...sus hijos, Cize...peligro, Deyndra...vuelve....guerra, destrucción....Alâren...

Cuando los ojos de Noche se abrieron, mostraban un todo castaño oscuro, poblado de formas negras que se movían por el iris, pero no era por completo negro.

La luz había conseguido salir de él. Ahora veía con claridad.

Noche se levantó y todas las sombras le siguieron. Buscó a Deyndra y cuando la encontró, se fundió en un abrazó con ella, cuidando de no hacer daño a su hijo.

Mi hijo-pensó-Nunca desee tenerlos y tengo tres. Y los amo, comprendió.

Peroduraron poco sus pensamientos, pues cuando sus labios rozaron los de Deyndra su mente rozó el colapso y dejó de pensar.


Solo ella y él.

De nuevo...



Noche abrió los ojos y el sueño se hizo pesadilla.

Era a Sombra a quien besaba.

Estaba en un infierno de oscuridad y nada.

Y lo que había tomado por un bebé era la cabeza sangrante de Cize.

Noche gritó, intentando apartarse de La Diosa, pero un extraño poder no lo permitía.

Poco a poco sintió como la vida escapaba de su cuerpo, hasta extinguirse.

En su último aliento, Noche susurró una última palbra.


-Deyndra...


Su aliento se apagó y perdió lo poco que le quedaba de vida. Su cuerpo desapareció y su alma apareció en Alâren, en busca de un nuevo cuerpo que ocupar.


Encontró a un joven niño, de apenas unos minutos de vida, no estaba seguro de su raza, pero parecía humano.

Entró en su interior, y los ojos del niño se abrieron y tornaron negros.

El nuevo Noche sufrió la condena de ser un paria, como tantas otras veces había sufrido.

Dieciséis años después, Noche despertó con la luna llena y se fugó de la casa de los padres de su cuerpo.

Tomó camino hacia el palacio del emperador, "El Albo", dispuesto a recuperar el pasado que su señor guardaba...



Todos los recuerdos de todas sus vidas, habían estado en la cabeza del joven humano desde su concepción... Todos...

Deyndra creó un nuevo mundo, con vida, pero todos ellos sin razón, eran animales. Un mundo para criar a su bebé. Suyo. El que había sido concebido dentro de ella y había salido de sus entrañas. Suyo y de nadie más. No lo permitiría.

Crió a aquella criatura como nunca lo habían hecho con ella.

Noche tardó menos de dos días en recorrer casi la mitad del mundo. Conoció mucha gente interesante, pero los problemas empezaron en las puertas del palacio.

El emperador te recibirá cuando llegue tu turno, decían.


Años de cola, por la Diosa, el era Noche, no esperaba colas.

Se refugió en una casa e invocó sus poderes.

Llegaron con violencia, intentando dominarle. Pero Noche ya había pasado por ello antes.

Resistió el embite y controló el torrente de poder.

Cuando fue poderoso de nuevo, se dirgió de nuevo hacia el castillo.

Esta vez le abrirían, y la gente se arrodillaría a su paso.

Todas las noches, después de acostar a su pequeña utilizaba sus poderes de diosa y se introducía en el cuerpo más cercano de su Noche. Seguía vivo, pero más joven, no lo comprendía. Pero intentaba cuidar de él. Su alma, su cuerpo, toda ella lo necesitaba, lo echaba de menos.

Noche pasó una jornada hasta que fué atendido por el Emperador.

En esa jornada conoció a una niñita que le reconoció, pues había estado en su pueblo y había escuchado las historias expléndidas que el joven cantaba.

-Cantanos una canción-Suplicó un coro de infantiles voces que se habían reunido a su alrededor, en la palza del palacio, para escucharle. También había adultos. Uno en especial, una mujer, prestaba especial atención al joven...

Noche tomó un laud que un hombre le pasaba y comenzó a tocar.

Su voz se elevó en el aire, dando paso a sus tristes palabras.

La soledad me acompleja,
Diablos me traen a mi fin.
El caos y la rabia imperan
En nuestro seno infeliz.

No pienso ver que el camino acaba aquí...
Tan olvidado;
Donde estar loco es mejor que estar así...
¡viviendo en soledad!

La soledad se asemeja
A un sueño turbio y senil,
A tantas noches en vela,
Sin nuestros hijos, sin tí.

Quiero sentir tu presencia yd espertar...
En otro lado
Donde el amor ya no es frío si tu estás...
¡Viviendo en mi interior!

Aún recuerdo esos años,
Les cedí integridad.
De mi pan, la mejor ración.
De mi vida, el total.

Es el sabor de la realidad,
Viejo roble sin cuidar.
Tengo esperanza de encontrar
Un nuevo guión a mi final.

La soledad me acompaña,
Puesto que nadie vendrá.
Tú, por estar ya muy lejos,
Y otras por quererlo estar.

Quiero sentir tu presencia y despertar...
En otro lado.
Donde el dolor ya no es frío si tú estás...
Acurrucado.



Cuando acabó muchos niños lloraban y algunos adultos también. Noche se giró sin fijarse en nada, con la mirada fría y calculadora que había adquirido para alejar los sentimientos y volvió al castillo, esperando la cita del Emperador...

Deyndra salió del cuerpo de la joven que había poseído. Llorando se acurrucó en su lecho, esperando.

Noche se presentó ante el emperador con una túnica negra como las que solía vestir en su anterior vida, pero esta vez sin bordados de oro.

Se acercó al Albo e hizo una reverencia.

-Exelencia-dijo Noche interrumpiendo al anunciador-he venido aquí a recuperar lo que por sangre es vuestro

Haciendo caso omiso a los soldados que se abalanzaban sobre él, Noche se acercaba al emperador.

La sala era enorme, Dioses, un poco más grande y asomaría por el espacio.

En el momento en que los soldados iban a alcanzar al joven, éste hizo un giro de muñeca y todos se quedaron suspendidos en sus lugares.

Siguió avanzando.

Llego a la escalera y se colocó frente al emperador.

Una lágrima calló por su mejilla.

Cize, su amado hijo, ahora coronado emperador de Alâren y de las nuevas tierras de Cecima, sentado en el trono del león dorado, con un manto bellamente tejido y una barba oscura, con un blanqueo incipiente en algunos lugares lo observaba.

Solo al ver sus ojos, reconoció a su padre. Su padre...el mismo que le había dejado marchar, sabiendo que jamás podría volver...su padre, su amado padre.

La compostura del Rey se quebró y las lágrimas brotaron también de sus cansados ojos.

Se levantó y estrechó al muchacho contra su pecho.

Por los Dioses, pensó, ¿Este es mi padre, de veras? Pero si casi es como mi hijo menor...

Le separó tomándole de los hombros y volvió a mirar sus ojos.


Sí, sin duda era él.

-Dejadnos-ordenó. Quizás a otro monarca le hubieran preguntado proque, pero a Cize no, el era el emperador mas amado por su gente, había traído la paz a Alâren, y su pueblo le respetaba y quería.

Se sentó con su padre en la escalinata y escuchó su historia su problema.

-Pero padre,-respondió el hijo, apenado-sabéis tan bien como yo, que no se como ir de un mundo a otro. Fuisteis vos quien me abrió la puerta a mi, no yo a vos...

Noche alzó una mano sonriendo con ternura, como hacía años que no había hecho. Ese cuerpo no estaba acostumbrado.

-Solo vengo por mi espada, pero sobre todo, a que cumplas tu promesa... pero eso tendrá que esperar a que tu madre esté con nosotros...

Padre e hijo se despidieron con un abrazo en el que sus puestos parecían invertidos.


Esa misma noche, el joven partió hacia el sur, pues el palacio de su hijo se erguía en lo que antes había sido el real reino de Rols, y su viaje acababa en la torre negra.

Para este viaje, además de la espada, su hijo le había mandado dos curiosos personajes que no hicieron más que alegrarle.

Jack y Bea le seguían, curiosos de lo que había pasado con él tras su desaparición, y de como había rejuvenecido tanto.

Noche les contó lo esencial y siguió adelante.

Al llegar a la torre, observó sus ruinas y indicó el alto. pasarían allí la noche.


Cuando la luna estaba alta, se separó de los jovenen, dejando que disfrutaran del amor tranquilos, y se encaminó al interior de la ruinosa, pero aún así bella torre.

Pasó la mano por el negro ónice que la constituía, levantando una capa de polvo negro que se había acumnulado en la piedra.

Fluyó hacia el centro de las ruinas, donde, aunque él no lo sabía, un aprendiz había dibujado un pentáculo de invocación.

Se sentó sobre él, ignorante, y comenzó a sollozar.


Ojalá ella estubiera allí...ojalá estubiera con él.

En su vida humana la había visto, pero sabía quien era, y sabía lo que sentía por ella. Recordaba cada expresión en su bello rostro, cada curva de su eterno cuerpo, cada una de sus miradas, cada aroma, cada textura, todo...

En medio de su llanto le pareció oir una suave voz que intentaba consolarle, e incluso una caricia...

Alzó la mirada extrañado y...

Deyndra apareció ante un Noche joven y roto por el dolor.

-¿Qué te ocurre chiquillo?-le preguntó la diosa.

Ella no espera que le fuera a reconocer. Lo creía improbable.

Noche alzó la mirada y sorbió los mocos.

-Si supieras todo lo que han visto estos ojos, no dirías eso tan...

En ese momento, los citados ojos se cruzaron con los azules ojos de la Diosa, la única parte del cuerpo que no podía cambiar, puesto que era el reflejo del alma.

De nuevo, unos ojos delataron a uno de los padres de Cize.

De un salto Noche se colocó frente a Deyndra y la tomó por la barbilla, para mirarle los ojos mejor.

Con su actual cuerpo, aún en crecimiento, eran de la misma estatura.

Bebió de esos azules ojos, como si de la fuente de la juventud se tratase, se sumergió en ellos como si fuera el agua que aliviaria su calor.

Dioses, tantos años...por fin acudía a él.


-¿Por qué...-su voz se quebró-por qué tanto tiempo...?

-¿Me conoceis?-le preguntó tranquilamente.

No, no podía haberla reconocido.

Noche sonrió. Como siempre, con temor a que sus sentimientos se desbordasen para luego llevarse una decepción.

Claro que la conocía, había aprendido el significado del verdadero amor junto a ella, ¿Cómo no iba a conocerla?

-Creo que si...-susurró el chico mientras sus labios se acercaban a la oreja de la chica-El pequeño Cize es todo un hombre, y espera a su madre para unir a toda la familia...

La lengua salió de la boca de Noche, y se pasó por los secos labios, humedecíendolos...

La diosa miró a Noche con cara de espanto y se fue, pero andando.

Noche abrió los ojos ante la cara que puso la mujer.

¿Acaso se había equivocado?,No, imposible,¿Pero, entonces, por qué se iba?... Noche no entendía nada.

Solo pudo correr tras ella y tomarle la mano.

-No, por favor...no te vallas

Cerró y abrió los ojos sonriendo.

-La vida sigue. Todo continua.

Y soltó su mano.

Noche soltó su mano, disfrutando de su roce, y la miró sonriente.

Ella estaba cerca de él, no le había olvidado.

Sonriente se sentó de nuevo en la piedra a esperar el alba.

Su viaje ya no tenía sentido si ella estaba con él. Cuando deseara verle, acudiría.

Sonrió al sol cuando éste subió. Hizo un rico desayuno, e incluso cantó algunas canciones al viaje de vuelta.

Antes de ir al palacio de nuevo, Noche decidió visitar su castillo.

Se encaminó hacia él, y en la puerta, encontró el mismo boquete que su hijo había abierto hacía ya años. Entró en su interior y miró fijamente todo. Estaba destrozado.

Chasqueó un dedo invocando al poder y cientos de esclavos invisibles comenzaron a reparar, limpiar, sacar birllo y buscar sirvientes que atendieran la fortaleza. Otros se afanaron en reconstruir la pared caída.

Mi amor-pensó Noche-Esta es mi casa, y también la tuya.

Su sonrisa duró todo el día.

Y cuando se acostó siguió sonriendo.

Esa noche no tuvo pesadillas, y tardó poco en dormirse, pero a media noche, un roce de tela le despertó...

-¿Tú eres Noche?-preguntó una hermosa niñita de ojos grandes y azules y pelo negro.-Yo soy Coralia.

Noche sonrió.

-Hola Coralia, si, yo soy Noche. Dime, ¿Qué haces aquí a estas horas, pequeña?

La niña lo observaba de arriba a abajo.

-Mi mami dice que tú eres mi padre. Pero eres muy feo y no eres viejo.-le dijo la niña

Noche intentó comprender. Esos ojos azules, y sin envargo ese pelo tan negro...

-Coralia es un nombre tan bonito como Deyndra...dime Coralia, ¿Quieres que te cante un cuento?, si te gusta, seré tu papi, si no, podrás elegir, ¿Te parece bien?

-No no no no no no no no. Yo ya tengo un papi.

Dicho esto le sacó al lengua y se sentó en el suelo, dandole la espalda.

Noche se hizo el triste.

-Bueno, como desees pequeña. Pero me debes una explicación, ¿Por qué crees que vas a encontrar a tu Padre aquí, si aqui solo vivo yo?