Mansión Mon Charnaisse

Jarod se quedó muy quieto al oir la orden de Helios, y esta vez ya no le obedeció ciegamente como la anteriores veces, solo se le quedó mirando como en trance. Su parte racional le estaba gritando que se largase, que tenía que huir o sino se vería envuelto en un lío bien gordo, que debía salir pitando de allí por su propia seguridad.

Pero la otra parte de su ser le impedía marcharse, por alguna razón que escapaba de su entendimiento, no quería separarse de Helios, esa atracción irracional que sentía por el ladrón no le dejaba marchar, no sin él.

Se vio cogido por el brazo, Helios lo arrastraba hasta la puerta, insistiendo en que se marchara. Entonces, Jarod le miró directamente a los ojos, por primera vez sin temor en la mirada, clavando en el ojo aguileño de Helios su mirada ambarina fijamente y con intensidad. En ese momento no le salieron las palabras, solo pudo negar con la cabeza.

Se quedó quieto, viendo cómo Helios se alejaba, y los labios de Jarod articularon un débil “no”. Y en un segundo, todo su ser reaccionó de golpe, en una reacción totalmente insperada para ambos. Helios, quien en ese instante le daba la espalda a Jarod, se vio abrazado por él, con fuerza, reteniéndole para que no se fuera.

-No pienso irme sin ti...-susurró, con firmeza. Su voz sonó seria, aunque en verdad no era capaz de explicar ese arrebato. Pero decidió confiar en su instinto.

Alex se levantó del suelo, viendo como Helios y su rehén escapaban. Aunque el "rehén" no parecía enfadado por su condición.

Alex dejó ir al peligroso ladrón y miró a su alrededor. A excepción de una mujer muerta, todos parecían estar bien.

Alzó la espada y pulsó el botón cuando Helios y Jarod ya habían huido y los pájaros que habían quedado salieron por las ventanas...


La casa estaba hecha un asco, el señor Mon Charnaisse tendría que llamar al equipo de limpieza para arreglarlo...


Rapidamente salió por donde había venido y volvió al piso en que residía temporalmente...

Temblaba inconscientemente en brazos de Helios y contuvo el aliento cuando él se giró y sus miradas se encontraron. Jarod, en ese mismo instante, sintió algo parecido a un déjàvu, y la imagen del cuadro que él mismo había pintado y el cual había conmovido a Helios, cruzó su mente. Le daba la impresión de estar en una situación parecida...Aunque sabía que no podía hacer nada por él en aquel momento, esa atracción inexplicable le impedía separarse de él, un instinto que le obligaba a protegerle como fuera, a no abandonarle, fuera cual fuera el peligro.

Bajó la cabeza algo cortado al oir las palabras de Helios y un sutil estremecimiento causado por las manos del ladrón hizo temblar su cuerpo, y alzó los ojos para mirarle de nuevo.

-No...no lo sé...-notaba cómo le ardían las mejillas al notarle tan cerca.

Y entonces, de golpe, sintió esa sensación de nuevo. Ese arrebato de pasión al sentir la boca de Helios contra la suya, además, pillado por sorpresa. Se quedó muy quieto un instante, como si no se lo creyera y no pudiera reaccionar, pero aún así le devolvió el beso tímidamente, con suavidad, agarrando el rostro de Helios con toda la delicadeza del mundo, como si se tratara de una frágil obra de arte y le diera miedo romperla.

Sus manos descendieron a su cuello, y mientras lo acariciaba lentamente, Helios rompió el beso, aunque sus labios seguían en contacto. Pero Jarod siguió besando esos labios, perfilándolos con la lengua y dándoles leves mordscos cariñosos.

Dio un respingo cuando Helios explotó una botellita contra el suelo, y acto seguido, una enorme neblina cubriera el lugar, sin dejar que nadie los viese. Sin esperar, aprovecharon el momento de confusión para escapar, finalmente y con tremendas ganancias, de aquella mansión acorazada que ahora mismo estaba siendo masacrada por un enfurecido ejército celeste.

Cuando la puerta se desbloqueó, ya habían pasado un par de horas desde que todos se habían ido.

Dante salió fuera seguido por las dos chicas y una criada, la que se había encontrado en su cama, corrió hacia él sollozando.

Les relató lo que había pasado, y le contó que había en el salón una chica que quería hablarle.

Dante frunció el ceño y llamó por su movil al servicio de limpieza y a dos taxis(limusinasXD) para que llevaran a casa a las dos mujeres.

Despues de despedirse, se acercó al salón, ahora sucio, muy sucio. La policía se había llebado el cadáver, pero las manchas seguían. El equipo de limpieza tendría mucho trabajo.

Y tendría que comprar un ventanal y una puerta nueva. No era problema.


Fijó la vista en la chica de aspecto angélico que le miraba desde un sofá, alejada de la sangre con cara de asco...

Aura no presto casi atención a las respuestas del ladrón, se estaba empezando a encontrar muy mal, y mucho peor cuando este le lanzo unos cuantos pájaros para que la rodearan, no pudo deshacerse de ellos en su estado, él, que llamaba a los pájaros, sus hermanos, seguro que no compartía el botín con ellos, solo eran su arma nada mas, pero quedaba mas bonito de ese modo.
Los animales no pararon de revolotear a su alrededor hasta que se callo de rodillas, pero en ese momento irrumpió alguien, otra persona, y los pájaros se fueron entre chillidos de miedo y muerte, se podía sentir su aura dolorida, pero no sabia por que, y tampoco quiso descubrirlo, permaneció callada en una esquina sin que nadie reparara en ella, cuando todos se fueron, la chica se levanto como pudo y miro a su alrededor, se encontraba un poco mejor y se sentó en el sofá apartada todo lo que puso de la sangre y con cuidado de no tocar nada.
El mareo iba desapareciendo, cuando Aura levanto la cabeza se encontró con un hombre muy elegante, que la miraba desde el otro lado de la sala, Aura se levanto atropelladamente y se disculpo con una reverencia.

- Perdón, es que...estaba algo cansada y... bueno, me llamo Aura - Dijo sonriendo.

Dante volvió a su casa tras el encuentro en la casa de Ellen y cerró la puerta con llave.

Hacía frío.

Dante caminó hacia el salón arrastrando los pies. Había algo en el aire...una fragancia...
No había nadie en la casa, o todos estaban durmiendo. No me extraña; era muy tarde...

Abrió las puertas del salón y algo calló sobre él derribándolo.

-Hola Dante... cuanto tiempo^^

Dante abrió los ojos desmesuradamente al ver quien estaba sentado en su sillón.


Nomad le miraba con socarronería.

-Me temo que hoy no he venido mas que por negocios...


Una figura femenina apareció por la puerta...

Aphrodite fue acercandose hasta que lo vió, sus ojos estaban desorbitados al verlo. Pero se mantuvo seria, infeliz como los había estado hasta que él se fue.

Se dirigió hacia Nomad, se sentó a su lado y lo cogió de la mano.

Nomad rió sonoramente, hablando al chico con su voz.

-COmo verás, no conseguiste nada con tu estúpida acción, te avisé de que antes o después volveríamos a vernos, y así ha sido...ahora dime. ¿QUé estás dispuesto a dar por tu vida?


Dante negó con la cabeza y se levantó.

Sin decir nada más, dió media vuelta y se dirigió hacia el pasillo...

-Dante....-sólo pudo decir eso

La voz de ella le detubo en el mismo instante en que la oyó.

Volvió a girarse y fijó la vista en la figura entre las sombras que tomaba la mano de Nomad.

-Tu...

Dante la miró unos segundos asegurándose de que era ella...y entonces miró a Nomad.

-Te doy mi vida por la suya...

Aphrodite miró a Dante y después a Nomad. La macabra sonrisa de este le hacía temblar.

-No.-ordenó

No podía perderlo, no otra vez.

Dante se encaró hacia Nomad y le señaló con la mano abierta.

-Vamos, Nomad, ¿No es eso lo que más quieres?¿No es lo que más deseas?

Su mirada luchaba por no retirarse de el hombre hacia ella.

La chica apretó la mano de Nomad y lo míró suplicante.

-Por favor..-dijo para que sólo Nomad pudiera oírlo.-Por favor ..

Nomad sonrió profusamente.

-Está bien-Dijo Nomad-Acepto tu vida como esclavo. De ahora en adelante eres mío y ella es libre

Aphrodite sintió como si un grán peso se le quitase de encima.

Damon se levantó y habló para que solo ella pudiera escucharla.

-De ti depende que él siga vivo...

Dicho estó desfiló por la puerta y desapareció...

Sabía perfectamente lo que significaba eso. Ella no era libre, porque si se marchara Dante moriría. No lo podía permitir.

Se había vuelto tan débil.. apenas podía mantenerse despierta un par de horas.

-Acabas de condenarte por nada.-le espetó con odio.-Ahora en adelante tendrás que obedecer a Nomad.. y a mi.

Tenía que decirlo, aunque eso la matara un poquito más.

-Él y yo .. estamos juntos.-sentenció

Dante estaba tumbado sobre la cálida moqueta con los ojos cerrados, sientiéndola cerca, cuando ella habló.

-No existe condema material más allá de lo que el alma permite atarse al mundo-dijo con palabras intensas, demostrando una fuerte creencia en lo que decía, ignorando por completo el hecho que ella había constatado.

Al poco tiempo se levantó e inclinó la cabeza servicialmente a Aphrodite.

-¿Cómo he de llamarte a partir de ahora?

Aphrodite se agachó y cogió la cara de Dante entre sus manos.

-No deberías haberlo hecho Dante.-las lágrimas corrían por su marmoleo rostro.-¿Qué vamos hacer ahora?

Cerciorandose de que Nomad no aparecería, miró atrás de nuevo y besó a Dante.

-Te quiero-le dijo en un casi inaudible susurro

Dante dejó que los labios de Aphrodite se deslizaran sobre los suyos, y que sus lágrimas los empaparan. Era necesario, pero eso no quería decir que no le rompiera el corazón.

Dante alzó una mano acariciando una de las que la chica había puesto en su cara.

-Todos estos años esperando en los que me he fojado una nueva vida, una vida que no me pertenece han valido la pena. Ahora soy lo suficientemente fuerte como para enfrentarme a él y derrotarle. No te preocupes mi vida, él ya no puede hacerme daño...

Con una sonrisa se alzó acariciando el cabello de la chica, sabiendo que Nomad ya no estaría en París, o como mínimo en el barrio.

La miró a los ojos y vió el reflejo de lo que había hecho hacía casi seis años. Su alma quebrada y su voluntad de hierro roto refulgían a través de las preciosas gemas que parecían sus ojos a la luz de la suave lámpara.

-Por ahora mantendremos el engaño. yo soy tu siervo, y tu mi señora, vos ordenáis y yo obedeceré...

La chica asintió como había aprendido, sumisamente.

Se levantó, enjuagó sus lágrimas y se cubrió de aquella máscara que antaño habría hecho temblar a cualquiera.

-No pienso permitir que te enfrentes a él tú solo.-se levantó la camiseta, mostrando la espalda lleva de cicatrices.-Yo también quiero mi venganza.

Espero a que Dante se levantara, y volvió a besarle, pero esta vez no se controló. Lo había echado tanto de menos. Las grietas de su joven corazón iban cicatrizando, poco a poco.

-Él tiene un punto débil. Y muy a mi pesar, soy yo.

Dante pasó las manos por la magullada espalda de la chica, cuyas cicatrices se estendían por la espalda, como un sutil tatuaje.

Luego miró su propia mano, donde una cicatriz en forma de D la marcaba. El lugar donde había estado el localizador.


Los cálidos besos de Aphrodite hicieron despertar a Dante del trance en que había estado sumido tanto tiempo. Sin resistirse un segudo la tomó entre sus brazos, que ahora la rodeaban sin problema y la besó hasta que ella recostó la cabeza en su hombro.

Dante acariciaba la cabellera de la chica, cuando está mencinó el punto débil de Nomad.

-Que curioso-dijo-el demonio y yo tenemos algo en común

Su aroma, tan dulce como lo recordaba. Su pelo, sus manos, sus ojos.

-Quiero que esto termine pronto. Nos hará daño, lo descubrirá.-le dijo.-¿Sabes? Desde hace unas noches me visita constantemente, quiere algo de mi, no sé el que.. se sienta en mi cama y se queda mirando. Anoche se metió en mi cama.-decía con el miedo en su rostro y sollozando.-No es humano.

Dante hubiera elevado una melancólica carcajada si ella no hubiera estado llorando tan profusamente.

¿Humano? Ese ser que se hacía llamar Nomad no era humano...ignoraba cuantas generaciones llevaba siguiendo su estirpe hasta llegar al punto actual...

Acercó su cara a la de la chica, rozándose la punta de sus narices, y apollándose sus frentes.

-Él mismo se destruirá. Él me ha entregado a tí. Él ya no tiene poder sobre mí, y tu eres libre, al menos de su mando directo, por lo que no puede obligarte por el pacto...ahora somos más poderosos que nunca contra él

Se fijó en las ojeras que delineaban sus ojos, y el cansancio que éstos mostraban.

Le rodeó al cintura con miedo de que cayera.

-Vamos-dijo-Debes dormir

Dicho esto la guió hacia la habitación secreta que era su cuarto, inexpugnable, incluso para Nomad, cuando se cerraba completamente, y la tendió en la redonda cama con las rojas mantas, tapándola, mientras iba a por un vaso de agua a la nevera de la pared.

-No tengas miedo-dijo con voz quebrada-esta vez no voy a irme...

Aphrodite espero a su Dante, cuando este volvió se sintió un poco más aliviada.

-¿Dormirás conmigo?

Aquella no era la Aphrodite que Dante había conocido, ella lo sabía. Ahora sólo era una veinteañera desvalida, que necesitaba a alguien que diera sentido a su vida. Ya no llevaba ropas caras ni deslumbrantes. Había perdido toda su sensualidad, toda su lujuría. Se había perdido a si misma en un agujero negro, pero por suerte él estaba con ella, y, haría resurgir lo que antaño fue.

Dante se puso su pijama negro, pués recordaba que a ella le gustaba dormir vestida, y se metió en la enorme y circular cama. Pulsó un botón oculto en el cabecero y la sala se selló de forma parecida a como lo hacía en el Lycee, solo que aquí conservaba la electricidad.

Repartidas por la sala todos sus instrumentos de arte, Dante no tenía ojos más que para Aphrodite.

La envolvió en sus cálidos brazos aterciopelados por el pijama y la abrazó, estrechándola contra su pecho, donde su cabesza podía descansar cómodamente.

-Lo siento pequeña, nunca dejé de amarte