Las clases...¡Qué espanto!

Dante acabó con sus dientes y salió fuera.

-¿Quién era ese?-preguntó con voz suave y controlada

-¿Por qué lo preguntas?-disimuló una pequeña carcajada tosiendo.-¿Te ocurre algo? Estás tenso.

Dante respiró profundamente intentando relajarse, pero no podía... la simple idea de que ese tio hubiera puesto las manos sobre ella....


-Estoy bien, gracias,¿Pero quién era, otro de tus matones?

-¿Tenía pinta de chico malo?-no podía aguantar tanto la risa.-¿Te molesta que vengan a verme?¿te molesta que vengan a verme chicos?

Se sentó en su cama, pero no se sentó como siempre, se sentó como sólo ella sabía hacerlo cuando quería algo. Suspiro.

-¿Estás celoso?-rió.-Sí, sí que lo estás.-volvió a reír, la cara del chico cambiaba de colores.-Sólo eres un niño, deberías estar jugando a tocarle el culos a las niñas de tu edad y no clavarte sais envenenados en las piernas.-y señaló en vendaje de la pierna de chico.

Dante no supo que sintió cuando ella le llamó niño.

Él siempre había querido dar esa apariencia, era mas facil creer en un niño... pero interiormente sabía que hacía tiempo que había dejado de ser un niño, cuya infancia había sido cruelmente arrebatada.

Pero no podía negar que estaba celoso.

-Bueno...siento haberme enfadado, tu puedes hacer lo que quieras

Dicho esto se fué a su escritorio algo alicaído y se puso a escribir un poema, que describía el cuerpo de una chica que le había aparecido en sueños últimamente...

Aphrodite volvió a suspirar.

-Como quieras.-susurró al aire, cogió la puerta y salió.

Dante se levantó, dirigiéndose a la puerta, pero a medio camino se detubo.

Él solo era un niño... ¿Qué esperaba ella que hiciera un niño?

Lentamente volvió al escritorio, donde pasó la hoja del cuaderno en el que escribía y se quedó horas y horas mirándolo, sin ningún vestigio de inspiración, cada vez más triste, cada vez más solo...

Subió al tejado y allí estuvo toda la noche. Ya se lo dijo a sí misma, no iba a ser fácil. ¿Por qué no subía? Cualquiera habría subido ante su enfado dramático, pues ella no bajaría de allí hasta que él subiera, lo tenía claro.

Dante se había quedado dormido en el escritorio...


Pasada la media noche, alguien rozó su hombro con una mano fría y dura, pero a la vez suave.

-Vamos, Dante, sube al tejado y demúestraselo...

Dante se sorprendió...esa voz...le recordaba a la de su padre... pero no podía ser.

Entonces oyó un pequeño golpecito en el tejado. Miró arriba. ¿Podía ser cierto...?

Cojió una manta larga y subió al tejado sin ahcer ruido para no despertar a nadie.

Cuando miró el cielo nocturno de Madrid, con pocas estrellas pero una enorme luna se sintió algo aliviado.

Pero aún fué mejor cuando vió a la chica sentada cerca de ahí, contemplando la enorme esfera de plata. Se sentó a su lado tapándola con la manta, y sin decir nada la acompañó mirando la luna.

Su expresión era seria, y en sus ojos se veían reflejadas ambiciones y sentimientos, cosa que no pasaba muy a menudo en él....

-¿Por qué has venido?-le preguntó mientras le miraba a los ojos.

Dante le mantuvo la mirada.

-Porque tu me necesitas tanto como yo a ti-Dijo con voz clara y llena de ternura, sin la frialdad ni la amargura con que hablaba normalmente.

La luna iluminaba los rasgos de la chica, embelleciéndola aún más con una etérea palidez...

-¿Y de dónde sacas eso?-siguió mirando a la luna y suspiró.

Dante alzó una mano, y acarició la mejilla de Aphrodite con las llemas de sus dedos.

-Porque sigues aquí conmigo, porque ahora me estás escuchando, porque tu corazón late rápido, al son del mío

Rió, pero no burlándose sino por la inocencia del joven.

-¿Estás seguro que no eres un niño?¿estás seguro que podrás dar la altura?¿lo estás?-le interrogó

Dante frunció el ceño.

-Creo que puedo darte lo que tu alma anhela, y también creo que no tiene nada que ver con lo que tu piensas que necesitas...

Volvió a reír, pero esta vez amargamente.

-¿Qué anhela mi alma según?¿Qué necesito?-le preguntó

La voz de Dante seguía sonando tan dulce como antes

-Necesitas alguien que te de el amor y el cariño que no has tenido... ese que te arrebataron en el pasado y nunca recuperaste. Necesitas a alguin que sepa leer tu corazón a través de la pared que tienes levantada, y que pueda consolarte cuando lo necesitas. Eso es lo que anhelas, eso es lo que quieres de verdad

-Tú eres tonto.-le dijo.

Aphrodite se levantó y se fue.

Dante la siguió hasta a habitación y cuando llegó recojió el estuche del violonchelo.

-Si me necesitas, me tienes

Volvió al tejado, donde interpretó una grave y algo melancólica melodía, pero que expresaba un sentimiento de claridad y positividad increíble, hasta que salió el sol y la ciudad despertó...

Aphrodite seguía durmiendo. No había tenido un sueño placentero, pero no le apetecía levantarse. Era un poco vaga, pero, en algún momento tendría que hacerlo. Y también tenía que quitarse al niño de la cabeza.

El sol iluminaba la cara de Dante de lleno. Ya serían sobre las 8, había que ir a clase.

Dante recojió la manta que Ella había dejado tirada donde había estado hace unas horas, y tomó el aparatoso instrumento, volviendo adentro.

Al llegar a la habitación, Dante vió a Aphrodite que se desperazaba.

-Vamos, lelgaremos tarde a las clases

-¿Y si nos quedamos?-le pregunto bastante perezosa.-¿Por fi?-le suplicó

Dante la miró finjiendo enfado... Y se tiro sobre la cama cruzando las piernas y apollándose en los brazos, boca arriba.

-¿Y qué propones, ohh responsable y adulta pasada de adolescente?

-¿Dormir?-parpadeó como una niña pequeña.-Y luego .. podemos ir.. ¿por ahí?. Elige tú.

Dante puso cara de adulto y se alzó sobre la cama como para dar órdenes. Entonces, cuando parecía que iba a decir algo se llevó a la boca una mano y se puso a reirse cariñosamente.

-Yo ya elegí la última vez-dijo riéndose con los ojos achinados