Las clases...¡Qué espanto!

Dante, aún subido en la ventana, hizo una melodramática y exagerada reverencia, callendo a la cama.

-Como desee su majestad, la princesa

Y Aphrodite lo vió.

-No es una orden ni nada, sólo una pregunta. Si no quieres ya me buscaré otra forma de satisfacer a mis clientes.

La chica pensó y se preguntó por qué demonios Dante era tan niño, tan sumamente infantil, pero, se dió cuenta de que ella también lo era en ocasiones. Bueno, tampoco era taaaaan mayor, tenía tres años más que él, eso no cambiaba mucho, lo único que si ella tuviera esa edad su físico no sería ese, sería más de niña. Y se quedó flotando en sus pensamientos hasta que se durmió.

A la mañana siguiente Dante se despertó contento.

Se duchó, se limpió, e incluso amagó que se peinaba el flequillo, para luego vestirse galántemente y cojer el estuche del violonchelo y despertar a Aphrodite con una caricia en la mejilla.

-¿Princesa?, buenos días niña. Hoy no voy a clase, mejor me voy a dar un par de clases de violonchelo^^. Si necesitas algo, ya sabes mi movil

Sin decir mas se dirigió silvando alegremente hacia la puerta.

Aphrodite sintió algo en su mejilla, oyó un susurró lejano, pero nada más. A los pocos minutos se despertó de un sólo salto.

-¡Mierda!-aulló.

Se vistió lo más rápido que pudo, cogió su mochila y salió volando del dormitorio. No vió a Dante en ningún momento.

Después de acabar esas aburridas clases sobre literatura, postuslados y números imaginarios, se dirigió a su cuarto para realizar sus deberes. Cuando terminó fue a darse un relajante baño lleno de espuma.

Dante había pasado la mañana dando clases de violonchelo a sus dos alumnas estrella, que habían quedado muy satisfechas, y volvía con la grán sonrisa al internado. Maria, una de sus alumnas, le había pedido unas partituras que tenía en la habitación, así que él la invitó a acompañarle, y jugar un rato al guitar hero, del que Maria era una ultra fan.

Al llegar, Dante olió la fragancia de Aphrodite y oyó las aguas de la bañera que se movían.

-¿Princesa? ¿He venido con compañía, vale?

Sin decir nada más, buscó las partituras y se las entregó a Maria que sonrió y le dió las gracias. La chica tendría la edad de Dante, pero estaba bastante bien desarrollada, por decirlo de alguna manera. Sus rubios rizos caían sobre sus hombros, su cara con forma de corazón resplandecía con un saludable tono oliváceo. Sus ojos verdes resplandecían tras unas finas gafas con monturas al aire de color azul claro.


La chica tomó la guitarra y comenzó a configurar la tanda de canciones, mientras Dante buscaba el conector de la segunda guitarra.

Unos minutos después, ambos tocaban un duelo con base de Through the fire and flames...

La joven lo oyó, también a su acompañante.

Aphrodite salió del baño únicamente con un ajustado albornoz negro. Saludó a Dante con una sonrisa, y otra para la niña. Cogió una silla y se sentó, pero no se sentó de forma normal, sino de aquella forma que sólo sabía ella, esa forma tan seductora, cruzando sus largas piernas. Después, encendió un cigarrillo y lo saboreó.

Al acabarlo, lo único que hizo fue suspirar.

Dante no pudo evitar desviar la mirada hacia Aphrodite en cierto punto de la cancion, en que su técnica se fué al diablo y comenzó a fallar notas precipitando su derrota.

-Umm, María...mañana quiero que tengas aprendida la partitura-dijo éste cuando acabó la canción.--Un placer tenerte con nosotros, Buenas noches

Acompañó a la chica hasta la puerta, que lo miraba como si esperara que en el último momento él cambiase de opinion, dejase de llevarla hacia la puerta y la invitase a pasar allí la tarde...

-¡Oh! ¿Por qué has hecho eso? ¿Por qué has echado sútilmente a la niña? Se notaba la tensión sexual entre ambos.-rió burlonamente

Volvió a suspirar, le gustaba ese juego.

-Pobre niña.. estará llorando, desconsolada...

Dante finjió ignorancia, mirándola con cara de niñito.

¿Tensión sexual?, creo que aún no he tenido esa combersación con mis mayores

Y luego señaló a la puerta y la miró tutibeante.

-¿Crees que debería invitarla a...cenar?

-Haz lo que te plazca. Como si te la quieres llevar a la cama, yo esta noche estoy ocupada. Y por si la invitas, ya sabes, mis cosas se ven pero no se tocan.-le advirtió

Acto seguido Aphrodite cogió algo de lencería fina, raro en ella, pues prefería la comodidad. Se enfundó un bonito vestido, aparentemente bastante caro y unos tacones que cualquier fetiche tendría en su armario. Se maquilló los ojos de negro, los pómulos rosados y los labios carmesís. Cogió un pequeño chal blando de piel y un bolso de mano, que el cual al cogerlo resaltaba sus perfectas uñas negras.

-Me voy.-le dijo a su compañero.

Le envió un beso al aire a la vez que le guiñó un ojo y salió por la puerta, arrebatadoramente hermosa.

A Dante no le sorprendió la lencería fina. Por su mente Aphrodite se paseaba con bonitos vestidos.


Cuando la chica se fué la despidió con la mano y se metió en la cama. No se preguntaría por que se había vuelto esa noche la mujer mas bella que andaría por Madrid, no se preguntó adonde iría.


Pero si se preguntó si estaría bien.

Llamó a alguien.

-Si...exacto. Toda la noche, hasta que vuelva. GEnial, Massiaf. Buenas noches

Colgó y se tumbó en la cama, sobre las sábanas... esperando la vuelta de su compañera...

La chica vió la limusina blanca que su cliente le había ofrecido. Aquel largo coche la llevó al Palace, donde nada más verla le abrieron las puertas de par en par.

Aphrodite lo localizó. Únicamente tuvó que seducirlo y llevarlo hasta una habitación para acabar con él. Se felicitó a sí misma por no haberse estropeado aquella maravilla de vestido. Disfrutó de aquel hotel, de la compañía que había en él y de aquel ambiente embriagador.

No sabía qué hora era hasta que vió un gran reloj en el hall de aquel exquisito hotel, las cuatro de la madrugada. Maldició en silencio y se marchó de aquella fiesta.

Después de media hora apareció por la puerta de su cuarto, igual de espléndida que había salido.

-¿Por qué sigues despierto?-le dijo cerrando la puerta

Dante tenía los ojos cerrados, pero su postura no era la relajada del sueño.

-Estaba esperando para darte las buenas noches-dijo medio riéndose, y sin abrir los ojos.

El olor de Aphrodite acariciaba sus fosas nasales, y oía sus pasos, delicados, pero decididos...

Rió cantarinamente, y aprovechó para quitarse el vestido, obviamente dando la espalda a Dante.

-No mires.-le dijo

Se quitó aquel apretado corsé y se enfundó su pijama, ese tan calentito que tanto le gustaba. Se acercó a Dante y le plantó un beso en la frente

Dante abrió los ojos mirándole

-Buenas noches pequeña

Se pasó la lengua por los labios y acarició la mejilla de la chica antes de que ésta se retirase

Aprodite se quedó allí plantada mirándole fijamente.

-¿Pequeña?-movió la cabeza en signo de desaprobación.-El pequeño eres tú.-le dijo con un suave golpe en la punta de la nariz.

Pero ella no se fue a su cama, se quedó allí plantada mirándole fijamente.

Dante ladeó la cabeza.

-Si mami

Cuando se envolvió en las mantas y vió que ella seguía allí, le preguntó inquieto.

-¿No te acuestas, muchacha adolescente tirando a adulta?

-Esperar a ver si maduras, pero veo que no.

Y se giró en dirección a su cama.

-Tendrás que esperar a mañana, por las noches nunca digo a la gente lo que desea oir

Dijo Dante, con los párpados pesados...

Se volvió, incrédula.

-Y según tú.. ¿qué deseo oír?

Dante cerró los ojos finalmente y suspiró.

-Quieres escuchar de mis labios lo que ya sabes, quieres que te diga que soy tuyo, igual que tu eres mía, y que cuando pienso que tras tu muralla hay una niña que necesita cariño no me equivoco. No solo lo quieres oir, deseas oirlo...Umm, perdona, a estas horas no estoy muy lúcido-Se disculpó Dante al ver la expresión de Aprhodite...

Aphrodite lo miró con cariño.

-Te equivocas, acabas de definirte a ti. Tú eres el que necesita oír eso de mis labios, pequeño. Pero, ¿sabes? tendrás que currartelo mejor si lo quieres oír.

-Ya te he dicho que lo siento-bostezo-buenas nohces, ahora en serio...

Procurando no pensar en nada, volviendo a ser calculador, teniéndo la sartén por el mango, aplacar las emociones, Dante calló dormido en su cama, envuélto en sábanas, con la cabeza mirando la pared...

-No dejaré que duermas hasta que lo digas de verdad.

Dante dormía cuando Aphrodite habló, por lo que no se despertó. Después de las últimas noches, tenía un sueño profundo. El cansancio tanto físico como psíquico hacía mella en él...